Hay personas que se caracterizan por tener grandes grupos de amigos, pero también están quienes no cuentan con tantas amistades. Sin embargo, no se trata de algo negativo y, según la psicología, tiene varios significados.
Los expertos sostienen que esta elección, aunque a veces no dependa de uno mismo, puede ser un reflejo de rasgos de personalidad, valores o prioridades de vida que van más allá de lo superficial.
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En primer lugar, tener pocos amigos puede indicar que alguien es selectivo al abrirse a los demás. Este rasgo es común en personas introvertidas, que valoran su energía y tiempo personal. En este marco, prefieren grupos pequeños donde pueden ser auténticas y sentirse cómodas.

Por otro lado, estudios publicados por la British Journal of Psychology explicaron que las personas con alta inteligencia tienden a tener menos amigos. Estas personas suelen dedicar más tiempo a actividades personales, creativas o intelectuales, y no necesitan interacción constante para sentirse plenas.
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A veces, tener pocos amigos es el resultado de experiencias negativas previas, como traiciones o desilusiones. Esto no implica una incapacidad social, sino un mecanismo de protección emocional.
Por último, quienes eligen tener pocos amigos también pueden priorizar la calidad de las relaciones, como un vínculo de lealtad y confianza. En este sentido, optan por relaciones donde se sientan verdaderamente escuchados y acompañados.