Aunque los perros son catalogados como “el mejor amigo del hombre”, lo cierto es que hay muchos factores que influyen en la relación del can con su propio dueño. Uno de ellos es la historia del animal, que puede haber sufrido distintos maltratos en una etapa clave de su crecimiento, y genera un rechazo incluso con la persona que lo adoptó, aunque el trato sea radicalmente distinto.
El rechazo, para las personas, suele ser duro. Especialmente si viene de parte de una mascota, con la que de forma automática se espera una relación amorosa. Según la psicología, un dueño que se siente rechazado por un perro afecta significativamente la salud mental de la persona generando sentimientos negativos.
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A pesar de estos sentimientos, en la mayoría de las personas no se mostró un aumento en la agresividad hacia el animal. El estudio realizado por el Departamento de Psicología de la Universidad Baldwin Wallace en Berea, Ohio, concluyó que “si bien algunas investigaciones sugieren que las mascotas pueden hacer que las personas se sientan mejor y mejorar su salud, el presente estudio indica que una interacción negativa con ellas puede empeorar su situación”.
A su vez, agregaron: “Sin embargo, a diferencia del rechazo humano, el rechazo de las mascotas no aumenta la agresividad. Tras escribir sobre el rechazo de las mascotas o experimentarlo, las personas no reportaron mayor agresividad hacia los animales”.

“Esta investigación demuestra el papel especial e importante que desempeñan las mascotas en la vida de las personas. Si no fueran fuentes importantes de conexión social, las personas no reaccionarían tan negativamente al ser rechazadas por ellas”, finaliza el informe.
¿Por qué un perro rechaza a su propio dueño?
La psicología canina explica que los sentimientos de rechazo de un perro hacia su propio dueño pueden deberse a distintos tipos de factores. Si bien el más común son los miedos o traumas que puede haber sufrido el propio animal a raíz de experiencias negativas o situaciones estresantes, hay otros motivos.
Uno de ellos es la ansiedad por separación. Este es un problema que padecen varios perros, cuando su dueño pasa varias horas fuera de casa. Si al volver el perro se muestra distante, o incluso agresivo, es muy probable que haya vivido una situación de ansiedad mientras se encontraba solo en el hogar, y la manifiesta cuando la persona retorna.
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La falta de sociabilización puede ser otro de los factores. Los adiestradores caninos explican que, sobre todo en los perros que sufrieron experiencias negativas con los humanos, deben atravesar una especie de readaptación donde la persona sea paciente y comprensiva con el animal hasta crear un vínculo de confianza.
Los cambios en el entorno también pueden ser estresantes para algunos animales: una mudanza, o la llegada de nuevos miembros a la familia –animales o personas- pueden desencadenar un comportamiento más agresivo del que estaba acostumbrado.

Finalmente, otro de los más comunes que recae en la responsabilidad del dueño es el estilo de crianza. Si la persona se mostró agresiva con el animal, o no estableció límites claros de la forma adecuada cuando la mascota era cachorra, puede generar un comportamiento más violento en el perro hacia él mismo y las demás personas.
Lo cierto es que, así como ocurre con el vínculo entre personas, es posible recomponer la confianza con una mascota que sufre algunos de estos problemas. Es importante prestar atención a los signos que muestra el animal, consultar con un veterinario y crear un ambiente más seguro para el perro. Además, siempre está la posibilidad de buscar ayuda profesional con expertos en psicología canina.