Congelar las cáscaras de limón es una de esas ideas simples que muchas personas están empezando a incorporar en su rutina, sobre todo quienes buscan aprovechar al máximo los ingredientes y evitar tirar partes que aún pueden ser útiles. Aunque la mayoría suele desecharlas, las cáscaras tienen más potencial del que se cree.
Una de las principales razones por las que se recomienda guardar las cáscaras en el freezer es porque se pueden rallar directamente congeladas para dar sabor a comidas dulces, saladas o bebidas. Al estar frías, se endurecen y eso facilita obtener un polvo fino con todo el aroma y el aceite esencial del limón.
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También sirven como base para preparar productos de limpieza caseros. Muchas personas las usan para hacer vinagres aromáticos, desodorantes naturales o incluso para perfumar el freezer o el tacho de basura. Su poder desengrasante y antibacterial es ideal para la limpieza ecológica.
A su vez, al conservarlas congeladas, se puede evitar comprar ralladura industrializada o productos artificiales para saborizar. Es una forma económica de sumar frescura a las preparaciones, sabiendo exactamente qué se está consumiendo.
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Este hábito no solo alarga la vida útil del limón, sino que también promueve un consumo más consciente y sustentable. Aprovechar hasta la última parte de los alimentos es una tendencia que crece, y las cáscaras congeladas son un gran primer paso para sumarse.