El cuidado de la salud y específicamente las elecciones alimenticias saludables son una de las tendencias a las que cada vez más personas se suman. En las últimas décadas hubo un aumento en el interés por informarse acerca de los nutrientes e ingredientes que se ingieren en las comidas, así como un desarrollo de la conciencia nutricional. En ese marco, muchos se preguntan qué es peor para el organismo entre las gaseosas azucaradas y las cervezas. La respuesta probablemente sorprenda a más de uno.
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Ambas bebidas son de las más elegidas del planeta, junto con el vino, ya que su producción y consumo traspasa fronteras y culturas. De hecho, en Argentina, Estados Unidos y México se beben más de 100 litros de gaseosa por persona por año, y en algunos centros urbanos los niños toman más de estas bebidas azucaradas que agua. Con la cerveza ocurre algo similar. Por eso, es importante generar conciencia sobre lo dañinas que pueden resultar ambas para la salud en función de la cantidad y la frecuencia con la que se consuman.
Gaseosas y cervezas, dos bebidas no tan inocentes
Los especialistas no dudan: tanto médicos como expertos gastronómicos aseguran que las dos tienen un elevado potencial de daño contra el organismo. Las gaseosas, aunque ofrezcan una apariencia inofensiva por la ausencia de alcohol y por estar relacionadas con el placer inmediato, pueden desencadenar muchas enfermedades crónicas, como diabetes tipo 2 y obesidad, además de otros problemas como caries y aumento de peso.

Un estudio de la revista Circulation estimó en 184.000 los adultos fallecidos por la ingesta de bebidas azucaradas, entre los cuales hubo 133.000 por diabetes, 45.000 por enfermedades cardiovasculares y 6540 por cáncer. La cerveza, por su parte, contiene una baja graduación alcohólica, pero suele consumirse en grandes cantidades por persona, lo cual hace que el alcohol total que ingresa al cuerpo supere ampliamente al que se ingiere al tomar bebidas más fuertes en dosis menores.
No es ningún secreto que el alcohol es altamente nocivo para la salud: es una sustancia psicoactiva que afecta múltiples sistemas del cuerpo. Su consumo regular puede causar daño hepático, trastornos neurológicos, aumento de triglicéridos, hipertensión y un riesgo elevado de ciertos tipos de cáncer, como el de mama, hígado y colon.
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A diferencia de las gaseosas, cuyos efectos adversos se acumulan y se ven recién en el largo plazo, la cerveza puede tener consecuencias inmediatas, como accidentes por manejar alcoholizado, alteraciones del juicio, agresividad y dependencia. Según la Organización Mundial de la Salud, no existe una dosis segura de alcohol, pese a que durante muchos años se creyó que beber una copa o vaso al día podía ser incluso beneficioso.
¿Cuál es peor para la salud?
Una simple lata de gaseosa contiene entre 30 y 40 gramos de azúcar, el equivalente a entre siete y diez cucharadas. Además, aportan grandes cantidades de calorías vacías, algo que también ocurre con la cerveza. Elegir cuál de las dos es más nociva depende directamente del patrón de consumo. Si se las ingiere de manera esporádica y moderada, ninguna representará un riesgo significativo para una persona sana.

No obstante, en caso de un consumo frecuente y en grandes cantidades, la cerveza suele ser más perjudicial por los efectos del alcohol a nivel neurológico, hepático y social, sobre todo en el corto plazo. Las gaseosas, por su parte, pueden ser tan o más dañinas en el largo plazo.
Esta clase de información no debe utilizarse para demonizar a ninguna de estas dos bebidas, sino para desarrollar conciencia acerca de la importancia de beberlas de forma moderada y responsable, y para tener en cuenta que ni la gaseosa ni la cerveza deberían formar parte de la dieta cotidiana.