Anabella y Cristina fundaron un oasis de camaradería. Un antídoto contra la soledad y una prueba palpable de que la conexión humana es el mejor remedio. Lo hicieron en La Plata, ciudad en la que viven, a través de un proyecto que comenzó hace dos años y que tiene como protagonistas a cientos de jubilados que se juntan a jugar al burako.
Lo hacen todos los jueves a las 15 en la Cervecería Alemana, ubicada en la esquina de 10 y 57, en donde el salón del bar ofrece durante cinco horas un escenario inusual. Son cuatro jugadores por mesa que, merienda mediante, charlan, se divierten y se conocen sin que el juego tenga un fin en sí mismo.
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“Éramos dos personas que nos encontramos por medio de Facebook”, recordó Cristina, una de las coordinadoras del grupo. “Se contactaron otras personas, quedamos en encontrarnos en otra confitería que era muy chiquita y empezamos a jugar”, agregó.
Aquella coincidencia le dio vida a un pequeño encuentro entre aficionados al burako, al que rápidamente el espacio le quedó chico. La motivación principal detrás de Burakeros La Plata es clara: brindar un espacio de encuentro y diversión para personas de todas las edades, aunque el fenómeno fue acaparado en su mayoría por jubilados que disponen del tiempo y de las ganas de conocer a otras personas.
“La gente está sola”, subrayó Cristina, que luego aclaró: “No es que esté sola porque no tenga familia, hay mucha gente que tiene familia, pero ¿qué pasa? Los hijos son grandes o tienen nietos que los llevan a un cumpleaños, a hacer deporte, a inglés, y quedan solos a la tarde”. Es en ese hueco donde Burakeros La Plata cobra un significado especial.
Antes de la entrevista, Anabella precisó que existen “dos temas de conversación ‘prohibidos’” entre quienes participan. La mujer indicó: “Nuestro objetivo fue que las personas encuentren un lugar donde poder compartir experiencias agradables. No nos gusta hablar de enfermedades ni de cosas desagradables”.
La dinámica de los encuentros es organizada pero flexible. Si bien la mayoría de los participantes son jubilados, “pueden venir a partir de los 18 que ya sepan contar y jugar”, aclaró Cristina. La participación es gratuita, aunque en la Cervecería Alemana se pide una consumición mínima, con tres propuestas económicas pensadas para ellos.
Para el juego, las parejas se sortean. “Nos reunimos a las tres de la tarde, se realiza un sorteo, las mesas tienen números y nosotros tenemos unas tablitas con los números que están divididos en dos colores, rojo y negro”, explicó Anabella.
La idea de las mujeres es que cada jueves se fomente una interacción entre personas que quizás no se conocen. Es que más allá de la diversión, el burako es un ejercicio mental y físico. Cristina destacó la importancia del juego para la gente mayor: “No solamente es la parte social. La gente grande necesita agilizar las manos, porque está muy quieta. Entonces, hacés un ejercicio óculo manual, eso es muy importante. La coordinación fina, porque hay que mantener el tablero, colocar las fichitas, memoria, porque te tenés que acordar qué número tiene mi compañero para ver si yo puedo levantar la ficha o no”.
El boca a boca y las redes sociales han sido clave para el crecimiento exponencial del grupo. “Nos encontramos por Facebook, en la peluquería o en la sala de espera del doctor, les preguntamos si saben jugar y los invitamos”, explicó Cristina. Actualmente, el grupo de WhatsApp cuenta con más de 145 miembros, y la comunicación también se extiende a Instagram.
“Cuando se conocen, se invitan a jugar en la casa. Los días que no son jueves, por ahí se juntan cuatro personas en una casa o salen a almorzar”, detalló la fundadora. Incluso, muchos se reúnen los domingos para almorzar y jugar. La red de conexión es tan fuerte que, según las mujeres, “hay personas que pintan, nos invitan a exposiciones; otras escriben, nos invitan también a ver la presentación de un libro”.
“Ellos son agradecidos. No necesitamos que permanentemente nos digan gracias, estamos felices, muchos nos aseguran que les cambió la vida y que esperan los jueves para venir acá”, confesó Anabella, visiblemente emocionada.
“Nosotras sabemos que este día lo esperan ansiosas, por eso también estamos al pie nosotras siempre, porque si no venimos no se organiza”, continuó.
El éxito de Burakeros La Plata es aún más notable si se considera que Anabella y Cristina lo hacen por amor, sin ningún objetivo económico. “Nosotras con Cristina nos cobramos un peso”, afirmó Anabella. Desde la creación del logo, que contó con la ayuda de su sobrina diseñadora, hasta la búsqueda de los mejores precios para las remeras y, ahora, para los juegos, cada paso se da con dedicación y sin fines de lucro.
“Ahora estamos tratando de conseguir el mejor precio para los juegos”, completó Cristina, anticipando una futura promoción en los tableros y las fichas que le permitirá a más personas ser parte de este fenómeno.
Créditos:
Fotos y video: Leandro Heredia.
Edición: Facundo Leguizamón.
