A veces, un gesto tan simple como devolver el changuito del supermercado a su lugar puede hablar más de alguien que mil palabras. Aunque parezca un detalle menor, desde la psicología se lo asocia con valores muy positivos: educación, empatía y responsabilidad social, entre otros.

El respeto y la empatía hacia el entorno
Las personas que devuelven el autito a su lugar demuestran, según la psicología, un inmenso respeto por el espacio y el trabajo de los demás. Se trata de personas que entienden que el supermercado es un espacio compartido y que su conducta puede facilitar la experiencia de otros clientes y trabajadores.
Este gesto demuestra una conciencia social que va más allá de lo evidente. Por supuesto, suele ser visto como un gesto positivo.
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Coherencia con la forma de pensar
Las personas que devuelven el changuito a su lugar suelen estar muy conectadas con la conciencia sobre sus propias acciones. Es un gesto simple que muestra responsabilidad, tanto a nivel individual como con el entorno. En general, refleja valores que se trasladan a lo cotidiano, como la atención, el respeto y la amabilidad.
Además, quienes lo hacen suelen ser percibidos como personas coherentes: piensan de una manera y actúan en consecuencia. Esa coherencia, aunque se vea en algo tan chico como esto, dice mucho sobre su forma de ser.
Autodisciplina y carácter
Este comportamiento se asocia con la autodisciplina. Las personas que lo hacen suelen ser firmes en sus principios y trasladan esta disciplina a otras áreas de su vida. Dentro de estas se incluyen:
- El trabajo.
- Las relaciones personales.
- En las tareas asociadas con objetivos personales.

En términos generales, es visto como uno de esos comportamientos con las cuales se pueden cultivar hábitos positivos y productivos.
Responsabilidad social
Los especialistas insisten en que es un gesto asociado con la responsabilidad social de las personas que lo practican. ¿Por qué? Se estima que reconocen al changuito como una herramienta compartida. Al dejarlo en el lugar adecuado, contribuyen a que otro lo pueda hacer. Por tanto, es un detalle que fomenta el bienestar común.