En Suecia, donde las temperaturas invernales pueden descender por debajo de los –30 °C, calentar una vivienda sin derrochar energía no es solo una necesidad: es parte de la vida cotidiana. Lejos de depender de estufas o calefactores potentes, los hogares suecos aprovechan un sistema integral de diseño, tecnología y hábitos que permite conservar el calor sin hacer explotar las facturas.
Aislamiento total: el secreto mejor guardado
Una de las claves principales es el aislamiento. Las casas suecas están construidas bajo principios similares a los de la norma “Passivhaus”, lo que significa techos, paredes y pisos súper aislados, estructuras herméticas y ventanas triples. Esto reduce al mínimo la pérdida de calor y permite mantener temperaturas estables en el interior con un uso mínimo de calefacción activa.
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Ventanas triples: más luz, menos frío
Las ventanas son otro punto fuerte. La mayoría de las viviendas modernas utilizan triple vidrio aislante y marcos especiales que evitan la fuga de calor. Esta tecnología deja pasar la luz solar pero retiene la temperatura interior, algo clave en los cortos días invernales del norte de Europa.
Bombas de calor: tecnología eficiente incluso bajo cero
En lugar de radiadores o caloventores, muchas casas suecas utilizan bombas de calor aire o geotérmicas, capaces de funcionar incluso con temperaturas bajo cero. Con un consumo eléctrico muy bajo, estos equipos logran mantener una temperatura ambiente constante de 20 °C o 21 °C durante todo el invierno.
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No es sólo tecnología: hábitos cotidianos en Suecia que marcan la diferencia
Además de la tecnología y el diseño, los suecos implementan prácticas simples pero efectivas:
- Bajar un grado la temperatura interior puede reducir hasta un 5 % el consumo energético.
- Utilizar burletes en puertas y ventanas para evitar filtraciones de aire frío.
- Ventilar solo unos minutos al día, al prevenir pérdidas excesivas de calor.
- Sellar juntas y aislar suelos, techos y paredes expuestas al exterior.
