El rescate de un tatú bola la localidad de José C. Paz alertó a la comunidad por un nuevo caso de mascotismo y tráfico ilegal de animales, una problemática que amenaza a la fauna silvestre en la Argentina.
Se trata de un ejemplar adulto joven que apareció en la vía pública el 2 de febrero, “muy lejos del área de distribución natural de la especie”, lo que indica que era “víctima del tráfico de fauna”, detalló Lina Zabala, coordinadora operativa de Rescate Animal de la Fundación Temaikén.
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A pesar de esto, el animal estaba en buenas condiciones y tenía buen peso cuando fue trasladado por un tercero al refugio, según se detalló en el informe de recepción.
Inmediatamente después del rescate, la Fundación comenzó con los esfuerzos para tratar de revertir los efectos de la vida en cautiverio, según explicó Zabala: “Durante la rehabilitación se los mantiene en aislamiento humano, justamente para evitar que nos relacionen con el cuidado y alimentación”, dijo.

Sin embargo, los especialistas descubrieron en estos meses que el tatú bola había pasado tanto tiempo rodeado de humanos que posiblemente no logrará reinsertarse en su hábitat natural.
Es por esto que la Fundación insiste en disuadir a la gente de comprar y tener esta y otras especies en casa. “Ningún animal silvestre puede ser mascota. Al sacarlo de su ambiente, sufre un estrés muy grande, le cambian su dieta, el sustrato, vive rodeado de personas, nada que se parezca a su ambiente natural”, remarcó Zabala.
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Por el momento, el tatú bola continúa la rehabilitación en Temaikén y su reubicación dependerá de la Dirección de Flora y Fauna de la Provincia de Buenos Aires. Zabala confirmó que el animal no se quedará en la Fundación.
Una especie casi amenazada
La población del tatú bola se reproduce desde el norte de la Argentina hasta San Luis y vive en zonas de vegetación seca, detalla Temaikén. En su hábitat natural, su esperanza de vida oscila entre los 10 y 12 años, mientras que bajo cuidado humano, puede alcanzar entre 15 y 20 años.

Se caracteriza por ser una de las dos especies en todo el mundo y la única del país que puede enrollarse en una bola perfecta gracias a su caparazón articulado y a la falta de placas en el vientre. Así, cuando se siente amenazado por un predador, puede unir la cabeza y la cola como un “candado biológico” para proteger sus partes blandas (bajo vientre, extremidades, ojos, nariz y oídos).
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Se alimenta de muchas especies de insectos, generalmente hormigas y termitas, que captura en gran cantidad con su lengua larga y pegajosa.
De acuerdo con la Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos (SAREM), el tatú bola es una especie casi amenazada debido a la caza para usarlo como fuente de alimento. Es especialmente vulnerable porque no vive la mayor parte del tiempo bajo la tierra como otras especies de armadillos.
También es amenazado por la destrucción de su hábitat y el tráfico ilegal para su mascotización. Además, muchos ejemplares mueren durante el traslado.