A fines de julio del año pasado, cuatro hombres cazaron y despellejaron un yaguareté, uno de los monumentos naturales de la Argentina y especie en peligro extremo de extinción.
Se sacaron fotos sonrientes junto al animal sin cuero y colgaron la piel en una soga. Ocurrió cerca de la zona de Estanislao del Campo, Formosa.

Pocos días después fueron detenidos y tres de esos cazadores, hombres sencillos, quedaron presos con prisión preventiva. Algo sin precedentes en delitos de este estilo. Lo que se cree es que estas personas cazaron al animal porque atacó a su ganado.
Este martes, habrá una audiencia preliminar en el juzgado n°1 de Formosa a cargo del juez Pablo Moran para evaluar la prueba y establecer cómo sigue el proceso judicial.
Como querellantes están Parques Nacionales y la organización Red Yaguareté. “Se busca la ejemplaridad de la condena para el resto de la población, para que se entienda la importancia de la especie, de cuidarla y de convivir con ella”, dijeron fuentes de Parques Nacionales sobre el juicio oral que se espera en las próximas semanas.

Ejemplaridad de la condena se traduce en prisión efectiva. En general, en estos casos de delitos contra la fauna, la pena suele ser una multa o trabajo comunitario.
“Es muy importante que se logre por primera vez en Argentina una condena penal de prisión para quienes mataron un yaguareté, porque hasta ahora, a pesar de tanto trabajo, la justicia no ha estado a la altura del esfuerzo que ha hecho el país para conservar a su mayor depredador terrestre. Necesitamos subir ese escalón judicial para seguir luchando”, explicó a TN Nicolás Lodeiro Ocampo, Director Ejecutivo de la Red Yaguareté.
Más allá de que está prohibido la caza de yaguareté, en la región del Gran Chaco argentino apenas quedan 20. Esta situación dramática se reduce a dos motivos: el desmonte y el avance agropecuario que degradaron su ambiente y la caza.
A diferencia de lo que puede creerse, no solo hay una caza “deportiva” sino también de parte de campesinos o terratenientes que pierden su ganado a mano de estos grandes felinos a los que casi no les queda territorio virgen por el que moverse. Muchos yaguaretés cazan y comen vacas o perros rurales.
“Sin una política seria de convivencia con las personas, el futuro es oscuro, esa es la clave para que los yaguaretés puedan vivir entre nosotros”, explicó Lodeiro. Para el experto hay que insistir con educación entre las personas para saber cómo actuar ante la aparición de este depredador.
“Hay recursos que no se están aprovechando bien. Insistimos en que debe tratarse al yaguareté como un Parque Nacional más: con un intendente, equipamiento, presupuesto, etc. Y el otro punto es controlar la caza de esparcimiento de verdad. En la mayoría de las zonas donde habitan yaguaretés en Argentina, los cazadores andan a sus anchas, las más de las veces porque no hay control y muchas otras porque los cuerpos de guardaparques no cuentan con todo el equipamiento que necesitan.