A 200 metros del alambrado de la triple frontera, entre la Argentina, Paraguay y Brasil, funciona un paso ilegal donde miles de personas pasan de un país a otro todos los días para comprar productos y venderlos de manera ilegal.
Según mostró Telenoche en un informe especial, la frontera está totalmente liberada y la gente de la zona es quien la controla. Muchos de ellos denuncian complicidad de la policía.
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“El 90% de la gente tuvo que ir al río a laburar”, explicó uno de los contrabandistas a Telenoche. “Hay gente que compra cosas en Paraguay y contrata un pasero para sacarlo. Llevarlo hasta el río, cruzárselo y pasarlo de este lado”, detalló.
Neumáticos, ropa y hasta heladeras son algunos de los bienes que llegan a la Argentina sin ser declarados. Los botes cruzan del país vecino con la carga a tope con el riesgo latente de hundirse en todo momento. Para custodiar la carga, los contrabandistas usan handies para avisarse de posibles riesgos.

Un bote de la prefectura argentina cruza el río a toda velocidad, pero ya no puede hacer nada: los contrabandistas ya están del lado paraguayo.
“Cruzamos todas las veces que se pueda por día. Todo el día hay laburo por suerte. Hay patrones acá, que se llevan millones. Es imposible que se corte”, relató uno de los paseros.
Sobre los riesgos, el hombre aseguró que lo que más le impactó fue “ver a chicos que ahogan”. “El otro día hubo un choque con una lancha y se murió un muchacho. Todo el tiempo pasa algo”, agregó.
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“Lo que yo más gané en un día son 800 mil pesos”, detalló el pasero. “Hay algunos menores, de 17 años, que suben o bajan mercadería. Pero son pibes que pueden cargar 100 o 120 kilos en la espalda, sin mosquearse”, describió.
Una vez que cargan los productos, las embarcaciones parten hacia la Argentina y al llegar, sin ningún tipo de control, hacen la descarga de la mercadería ilegal. Y otra vez, los protagonistas son chicos menores de edad. Lo hacen con ojotas, poniendo en riesgo su vida y con cargas que pueden exceder su propio peso.
El operativo
Mientras tanto, en Salta, funciona desde diciembre el Plan Güemes, un operativo conjunto entre la Provincia y Nación para combatir el contrabando, narcotráfico y la trata de personas. La cabecera del operativo es en Aguas Blancas, una localidad fronteriza por donde pasa gran parte de la mercadería ilegal desde Bolivia.
El plan contemplaba la construcción de un alambrado de dos metros de alto por 250 metros de largo, sobre el límite con ese país, para persuadir a la gente de pasar a la localidad boliviana de Bermejo por el paso fronterizo.
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El alambrado, que une la terminal de ómnibus sobre el paso de Aguas Blancas-Bermejo, se terminó la semana pasada y se invirtieron más de $36 millones. Sin embargo, la gente sigue utilizando los pasos fronterizos informales para llegar a Bolivia.
Uno de esos pasos está custodiado por tres fuerzas federales: la Gendarmería, la Prefectura y la Policía Federal. Pero pasa de todo: heladeras, cubiertas de autos, herramientas. Los agentes miran y eventualmente, frenan a alguien para ver lo que llevan.
En Salvador Mazza, también en Salta, a 230 kilómetros de Aguas Blancas, está el paso internacional con la localidad boliviana de Yacuiba. Acá pasa exactamente lo mismo, pero con los estacionamientos que funcionan como una suerte de oficina de migraciones y aduana.
Nadie controla nada ni controló. Todo es ilegal, y a la vista de las autoridades que creen que el alambrado era la solución.