Hoy se sabe, gracias a décadas de estudio y análisis de la psicología, que el modo en que los adultos transitaron la infancia puede repercutir en las formas de crianza de sus hijos. Entonces, haber sido un niño no mirado o demasiado sobreprotegido tiene relación con las decisiones, elecciones y estilos de educación para con las infancias.
“Nuestra visión como padres se va haciendo durante el mismo proceso pero hay que hablar sobre las expectativas de cada persona, cómo viene uno movilizado desde las experiencias de la propia infancia, qué lugar se ocupó como hijo”, explica la psicóloga y escritora Beatriz Goldberg.
Para Goldberg, “a veces una persona está con dependencia de la forma en que fue criada y si hubo mal vínculo es necesario sanarlo porque sino se tiende a repetir o a ver a los hijos en función de cómo lo vieron sus padres. Uno reactiva el lugar de hijo cuando se convierte en padre, hay que entender que no vas a cambiar a tus padres, pero sí cambiar la perspectiva, y ver la diferencia, porque nadie es igual al otro”.
En el caso de las parejas ensambladas también, a veces hay que sanar algo de otras relaciones que por ahí no fueron buenas. “Por ejemplo, un padre que fue ausente en una relación anterior o con su primer hijo y cuando tiene un hijo con otra persona se da toda una dinámica distinta porque el álbum emocional es distinto y la historia emocional es otra”.
Conectar con la propia historia
Denise Kornitz es creadora del espacio Sanando Infancias (donde acompaña a personas adultas en procesos de sanación emocional) y autora de Sanar para Criar, su primer libro. Pensado para madres, padres, cuidadores, profesionales de la salud, docentes y todas aquellas personas que buscan generar un impacto positivo en las infancias, el libro es una guía que propone un camino de reflexión y sanación personal para transformar la relación de los adultos con los niños y con el mundo.
En él se comparten herramientas para una crianza más consciente, conectada y amorosa. Este material está atravesado por la búsqueda del bienestar integral, la reflexión y conexión con uno mismo y el acompañamiento amoroso de los procesos personales. ¿Qué significa Sanar para criar? Es el explorar y conectar con la propia historia, la posibilidad de descubrir el potencial personal y fortalecer la autorregulación emocional para fomentar una crianza consciente.
“Cuando nuestros hijos nos empiezan a marcar determinadas cosas que a nosotros nos hacen ruido, significa que es algo que tengo que rever en mi historia. Cuando voy a mi historia -tanto a la infancia, al útero, a las vidas pasadas o al árbol genealógico- me doy cuenta de que hay algo que tengo que sanar de mi propia infancia. Si sanamos y transformamos esa emoción o ese aprendizaje lo que aparece es una nueva oportunidad”, afirma la autora y destaca: “Esta sanación y transformación permitirá al adulto reaccionar de forma diferente ante la misma situación”.

Por ejemplo, si al acompañar a un niño con sus tareas escolares el adulto se muestra constantemente apurado e impaciente, eso debería llamar su atención y motivarlo a analizarlas y trabajarlas. El objetivo entonces, en este caso, será entender la impaciencia, el enojo, la frustración y todo lo que aparece en el adulto alrededor de esa situación cotidiana que es la tarea escolar de los hijos.
Esta propuesta se enmarca dentro de lo que se denomina crianza consciente, la cual no es una técnica ni un manual que explique cómo llevarla a cabo. ¿Entonces qué es? “Estar presentes como padres, con aprender a mirar a nuestros hijos, sabiendo que tienen su propia unicidad, que son únicas, que son únicos, y cómo me planto yo desde ese lugar, cómo me observo a mí misma siendo madre o padre en la crianza. Es preguntarme cada día cómo estoy criando, qué me gusta, qué no me gusta, ¿lo estoy haciendo desde el amor o desde el miedo?, ¿desde las heridas o desde qué lugar?“, asegura Kornitz.
Para ella, tiene que ver con aprender a acompañar en el proceso de ser madre e hija por ejemplo, y es eso que pasa en el medio: no es ni todo yo, ni todo vos, sino qué pasa entre nosotras. “A veces aparece mucho la palabra ser perfecto. No existe la perfección, existe el estar despierto, el tener ganas de saber más, de saber cómo puedo modificar algo que no me está gustando en esta relación que estoy teniendo con mis hijos. Es construir un vínculo, saber que ellos nos están espejando a nosotros un montón de cosas que tenemos que revisar. Tiene que ver con el amor; es una práctica de amor y como toda práctica requiere de presencia, de paciencia, de compasión hacia mi hija y hacia mí misma”, explica Denise.
Vínculos más sanos
En el libro se mencionan diferentes herramientas para conectar con el niño interior de cada persona, por ejemplo las visualizaciones guiadas. Esto es conectar con el cuerpo, con la respiración y, con la ayuda de quien facilita la práctica, llegar al momento de encontrarse con las vivencias y los posibles traumas de la infancia para sanarlos.
Hay otras herramientas que tienen que ver con lograr la autorregulación -cuando se está en una situación de estrés, de vulnerabilidad o de enojo- y cómo se puede volver al presente, al centro de uno mismo, a través de la respiración, de diferentes ejercicios prácticos, del deporte y del arte. También, diversos ejercicios de escritura que permiten conectarse y observarse para pasar por el cuerpo las emociones y que no queden solamente en el intelecto.
Algunos ejemplos de prácticas de escritura que propone Denise en su libro respecto a la sanación personal y la crianza consciente. Consignas disparadoras como:
- Ejercicios de situación para reflexionar sobre cómo actuarían frente a distintos escenarios.
- Responder preguntas y cumplir consignas para reflexionar y debatir en familia.
- Escribir las reglas de convivencia de la casa y las consecuencias de no cumplirlas.
Las herramientas para sanar son muchas y diversas para crear un mundo más amoroso con la infancia, esa etapa vital para el desarrollo emocional. Ella, con su camino personal de búsqueda interior y su experiencia de trabajo, se inspiró en vivencias profundas para escribir el libro y por eso enfatiza: “si se lee pero no se hacen los ejercicios, todo queda en la cabeza. Si lo pasás por el cuerpo, entendés de lo que estamos hablando”.