Durante décadas, hablar de placer fue un terreno prohibido, especialmente para quienes hoy transitan la tercera edad. Pero los tiempos cambiaron, y con ellos, también la manera de vivir y entender la sexualidad. Cuatro personas mayores, parte del elenco de la obra Irreverentes de José María Muscari, se animan a contar en primera persona cómo es su vida sexual en la actualidad.
Sus historias (tan diversas como sinceras) rompen estereotipos y visibilizan un aspecto poco explorado del envejecimiento: el deseo sigue vivo. Acompañadas por la mirada experta de la sexóloga Denise Regadío, estas voces invitan a pensar una sexualidad más libre, informada y plena, sin importar la edad.
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La clave para mantener la sexualidad es nunca dejar de vivirla, pero no solo en esta etapa, sino durante toda la vida: “Cuando sos joven probás todas las herramientas que hay. En la vida adulta te vas perfeccionado en la que más te gusta, y cuando sos un adulto mayor, seleccionás las herramientas que mejor se adaptan a esa etapa”, explica la sexóloga Denise Regadío (MN: 43.723).
Sin embargo, los cambios físicos y hormonales no son propios de esta etapa, en realidad pasan en toda nuestra vida. “Después de la menopausia, por la adolescencia, o después de un parto, la sexualidad cambia. Mientras más información tengamos acerca de eso que nos sucede, mejores herramientas vamos a poder usar”, indica la especialista.
Para eso, la información es fundamental para poder evolucionar. El desafío es querer estar mejor y aprender de las experiencias que nos tocan vivir.
Los protagonistas de las historias a continuación, son parte del elenco de la obra de José Maria Muscari “Irreverentes”. Sin embargo acá no actúan, comparten sus experiencias vividas para informar sobre cómo es la sexualidad en la tercera edad.
“Me case virgen”
Eduardo Marengo tiene 72 años y se casó virgen. En su juventud, era habitual no hablar sobre el placer, sexo y hasta del amor. Su misión como adolescente era encontrar al adulto que pudiera hablarle sobre la sexualidad y que le sea sincero.

“Para debutar ibas a lo de una señora, que oficiaba de iniciadora. Yo no tenía quién me llevara, no sabía dónde ir y tampoco tenía ganas de empezar en el sexo de esa manera, por eso no fui”, recordó.
En el momento en que las dudas sobre la sexualidad aumentaban, Eduardo seguía sin entender: “Mi padre jamás habló del tema conmigo, lo dio como si fuera una información que tenía que buscar afuera. Y así fue”.
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A sus 24 años, descubrió el sexo. No fue con una de esas señoras, sino con su señora. Se casó y luego de la ceremonia, sucedió. Actualmente sigue casado con la misma persona y llevan mas de 48 años juntos.
Crecer juntos les permitió reconocerse y tener una sexualidad plena, pero asume que es un camino de aprendizaje. “Todos los años cambia, porque va cambiando tu cuerpo y el de tu compañera. Hoy la disfrutamos, pero no como la mayoría entendería que debería ser”.
“Me puse el chip sexual”
Catalina tiene 66 años, es hija de italianos y en su casa de sexo no se hablaba. Toda la información provino de “afuera”, un lugar donde cualquiera es profeta. “El tema era tan tabú que uno no reconocía su propio cuerpo”, recuerda.

Sin embargo, logró vincularse y establecerse en una relación: “Yo tuve suerte, me casé con el papá de mi hijo a los 14 años”.
Cuando enviudó empezó a replantearse muchas cosas sobre su cuerpo y el placer. Fue entonces cuando notó la ausencia del deseo. Eran los cambios hormonales naturales propios del desarrollo corporal. Sin embargo, ella no se puso el chip sexual por eso. Obtuvo el beneficio colateralmente y le ocasionó un despertar sexual.
“Yo me puse el chip por un tema de salud, pero me dio resultado a nivel sexual. Ahora disfruto más con mi pareja, descubrí que tengo más deseo sexual que cuando era joven”, asegura.
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Esto no es solo atribuido al chip, sino también al momento en el que se encuentra en su vida. “Antes por los chicos, por el trabajo y porque tenés que hacer de todo, te duele la cabeza y no querés. Ahora que estoy tranquila, me siento más libre. Noto que el sexo ahora es buenísimo”, confiesa Catalina.
“Soy ex swinger”
Mónica se sentía plena con su marido. Ambos eran muy jóvenes y se permitían hablar de fantasías. Entonces intentaron probar una: “Él tenía la intriga de conocer un lugar swinger. Fue quién me incitó a probar”.

Al principio recuerda que fue muy duro, la fantasía era la de su marido, por lo que le costó mucho entender cómo sentirse. Tampoco entendía muy bien la dinámica, ni cual era la consigna a realizar. Pero siguieron haciéndolo.
Con el tiempo se fue acostumbrando y empezó a tener buenos momentos de pareja. Hasta que en un intercambio su pareja conoció a alguien más : “Yo tuve la mala experiencia de que por ese intercambio, nos separamos. El se confundió con otra mujer”.
Ella está convencida de que por mas de que una pareja diga que está afianzada, no es así. “No se trata de tener la mente abierta sino el de tener el sentimiento firme con tu pareja”.
Mónica a sus 67 años elige tener una pareja estable, monogámica, con la que pueda probar todas las experiencias que la actualidad propone.
Mi ex marido me dejo por un hombre
Alejandra siempre lo sospechó, pero no investigaba porque creía que era su imaginación. Pero las señales se fueron haciendo mas visibles. Algo raro había, pensaba. Jamás imaginó lo que iba a descubrir.

“Yo siempre fui una ´Susanita´, me casé virgen. Quería formar mi familia, tenerla para toda la vida, ser feliz y comer perdiz. Pero no fue así. Tuve que enfrentarlo y pedirle que me diga la verdad, pero él no quería confesar”, explica.
Hasta que un día, a sus 42 años, Alejandra sentía que algo le pasaba intuía que se iba a enfermar, asique enfrentó la situación y descubrió algo que no pensaba. Su marido estaba en una relación con otro hombre: “Fue muy duro, yo sentía que no podía competir. No podía darle lo que él estaba buscando. Pero al mismo tiempo nunca dude de lo que yo podía entregarle como mujer. Eso me dejo en paz”.
Actualmente, está en una relación con la que pudo redescubrirse sexualmente. “El sexo que tenía con mi pareja era aburrido, porque no había pasión. Cuando conocí a mi pareja, fue un redescubrir la sexualidad a mis 42 años. De hecho, cuando me separé dije ´ahora voy a hacer lo que yo quiero´ y empecé a hacer teatro”, asegura.