Las relaciones y los vínculos están cambiando en el último tiempo. Cada vez más personas se cuestionan y analizan cómo quieren relacionarse con los demás. Uno de los modelos que está tomando relevancia es conocido como “monogamish”.
Este término combina las palabras monogamy (monogamia) y ish (como “más o menos”), fue popularizado por el escritor y activista Dan Savage, y define a las relaciones que no son completamente cerradas, pero tampoco 100% abiertas.
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¿Cómo es el modelo “monogamish”?
A diferencia del modelo de pareja abierta, donde se permite mantener vínculos sexuales o afectivos con terceros sin restricciones claras, el monogamish se basa en acuerdos específicos y acotados.
De esta forma, las parejas se consideran monógamas en el día a día, pero abren la relación de forma ocasional o en contextos consensuados, como durante vacaciones, con terceros previamente elegidos o en ciertas situaciones pactadas.

Este tipo de vínculo comenzó a popularizarse en Estados Unidos, Canadá y algunos países de Europa, especialmente entre parejas jóvenes y urbanas. Según una encuesta de YouGov, cerca del 15% de los millennials estadounidenses dicen estar en una relación no-monógama consensuada, y dentro de ese grupo, el modelo monogamish aparece como uno de los más elegidos por su equilibrio entre libertad y compromiso.
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Los expertos en terapia de pareja coinciden en que el éxito de este tipo de relación no depende del modelo en sí, sino de la calidad de la comunicación y los acuerdos previos. “El monogamish funciona cuando ambas personas tienen un nivel similar de comodidad con la apertura y cuando las reglas están claras”, explican desde el Instituto de Estudios de la Sexualidad Humana. Lejos de los extremos, esta tendencia ofrece una alternativa a quienes buscan explorar sin renunciar al vínculo principal.