El viaje duró cuatro días y tuvo un objetivo principal: conocerse sin expectativas ni prejuicios, disfrutar de una experiencia única rodeados de aventura. Así fue el campamento de solteros que se hizo en Chapadmalal.
Más de 20 participantes, de entre 30 y 50 años, viajaron de todo el país. Hubo solos y solas de Córdoba, Neuquén, Tandil, Ciudad y provincia de Buenos Aires y Mar del Plata.
Al llegar al lugar se podía sentir la energía de jóvenes adolescentes divirtiéndose como si se conocieran de toda la vida. Sin embargo, solo tenían 4 horas de estar juntos. Esto es logro de Belén, la creadora de BelenCita, que les propuso un juego particular que propició la unión.
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El juego tenía la finalidad de conocer los gustos e intereses personales, por fuera del trabajo, clase social o lugar de procedencia. La dinámica y la energía de la gente permitió que se relajaran, divirtieran y que pudieran ver las diversas personalidades y el fin común: conocerse.
Las actividades que comprendía el campamento fueron desde caminatas para meditar, clases de surf, juegos como “cita a ciegas”, hasta fiestas. Todos con su momento para poder charlar e intercambiar intereses.
En el primer día de excursión se realizó trekking para conocer una parte de Chapadmalal. El guía entendió perfectamente lo que el grupo estaba buscando.
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La caminata de tres horas no fue solo un aprendizaje histórico, sino que promovía la charla con diferentes personas y a su vez permitía espacios de relajación.
Incluso, hubo una meditación en el sendero. En el medio de la naturaleza, rodeado de árboles y al lado de un pequeño arroyo, el guía propuso ser conscientes del presente, de lo que queremos y buscamos. Lo que generó un estado de paz e introspección.
En el transcurso de las actividades, el grupo observaba las conexiones, las comentaba y se celebraba. Hubo un beso a las escondidas y un par de “solteros” que se animaron a agarrarse de las manos. Las chispas comenzaban a circular en el ambiente y la gente se permitía fluir.
No todos buscaban el amor, algunos simplemente querían formar un nuevo grupo de amigos y otros veían ese espacio para poder reconocerse fuera de lo habitual. Permitiéndose tener nuevas experiencias al vincularse y convivir con gente desconocida.
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Luego del trekking, hubo un momento de playa en el que los besos se hicieron visibles y algunos caminaron de la mano. Pero la expectativa seguía siendo la misma, disfrutar del presente.
Clases de surf para disfrutar de la playa y la compañía
Las clases de surf fueron la excusa perfecta para disfrutar de la playa y de la compañía. Con sol a favor, hubo diversión y risas por lograr lo que se podía y la recompensa de un almuerzo compartido. Para ese entonces, ya no era un grupo de “solteros” sino una comida con amigos.
En el campamento hubo diferentes historias y que Belencita se convirtió en una sanadora para muchos. Este espacio habilitó a mucha gente a saber que no está sola y que hay muchas personas en busca de compartir una salida, un mate y una charla amiga.
BelenCita, hace viajes, eventos de una noche y campamentos por todo el país. La única finalidad es lograr conexiones, independientemente de lo que suceda al final.
Estos encuentros para solteros no garantizan pareja, sino que son un punto de encuentro para conocer amigos o, quizás, encontrar al amor de tu vida. Lo que pase después es un trabajo fuera del campamento.
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Cita a ciegas, una actividad para unirse
La segunda noche la propuesta fue una “cita a ciegas”, que lejos de encontrar el amor se trataba de conectar con todos los sentidos y de unirse más como grupo.
La consigna para cada participante fue llevar una canción que identificara el momento personal que estaba viviendo y una venda. Luego de una meditación en silencio, cada uno escuchaba su canción con auriculares y le colocaban la venda para llevarlos a un domo.
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Todos reunidos con los ojos vendados y sin auriculares, comenzaron a escuchar el ruido de la naturaleza, el gusto de un chocolate que les deban para saborear y el tacto al tocar las manos de quien estaba al lado.
El grupo termino riendo, gritando, aplaudiendo y hablando de sus vulnerabilidades, diciendo solo una palabra. El tener los ojos tapados hizo más fácil compartir aquello que duele. El resultado fue un grupo consolidado, cada uno entendió que quería simplemente dejar de estar solos.