Los carpinchos son animales dóciles con las personas, pero sin embargo no pueden vivir como mascotas ni consumir otros alimentos que no correspondan a su dieta.
Ñato, que fue rescatado cuando tenía menos de un año y vivió como un miembro más de una familia de Corrientes, es un triste ejemplo de los daños que pueden sufrir los animales silvestres que crecen entre humanos.
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Durante los meses en los que vivió en una casa, Ñato no recibió la alimentación que debería, sino que consumía lo mismo que sus cuidadores: pan, galletitas, fideos y otras harinas. Esta es una dieta completamente diferente a la que pueden digerir estos roedores. Los carpinchos son herbívoros, solo se alimentan de hierbas palustres (plantas que crecen al borde de los estanques), gramíneas y hierbas ribereñas, según la Dirección de Fauna Silvestre y Conservación de la Biodiversidad del Ministerio de Ambiente de la Nación.
Cuando el carpincho cumplió el año, ya había crecido mucho y rompía cosas. Además, comenzó a tener el comportamiento de un adolescente, y al no estar rodeado de otros animales de su especie, cambió su manera de interactuar con las personas, se volvió agresivo.
“Al momento de tener que mostrar agresividad, los carpinchos usan sus dientes, que son muy grandes y filosos, tienen mucha fuerza en sus extremidades y una gran masa muscular que acompaña embestidas muy explosivas. La convivencia con él se había tornado riesgosa”, explicaron a TN en Bioparque Temaikén.
“Estaba agresivo con los hombres de la casa, posesivo con las mujeres porque son hembras, entonces él percibía la diferencia macho-hembra. Se ponía como macho alfa”, explicaron. A pesar de que los carpinchos son “muy pacíficos” pueden reaccionar violentamente “cuando se sienten amenazados o quieren hacer demostraciones de fuerza con otros machos”.
Esto obligó a la familia a llevar a Ñato al bioparque, en Escobar, donde fue ingresado al Centro de Recuperación de Especies Temaikén (CRET). “¿Qué pasa con los animales que pasan en una casa? Muchas veces adquieren hábitos de animales domésticos. Por ejemplo, a Ñato le daban de comer harinas, que son muy adictivas para los animales y además de que los hacen engordar un montón, no tienen el estómago preparado para procesarlos, con lo cual eso también les trae aparejados problemas de salud”, señaló la vocería.
En este sentido, la médica veterinaria de la Fundación Temaikén, Jennifer Zimmerman, apuntó que si los carpinchos consumen harinas, pueden desarrollar “problemas digestivos, obesidad, problemas dentales, deficiencias nutricionales y problemas metabólicos”. En el caso de Ñato, Zimmerman aseguró que llegó con “un estado de salud relativamente bueno, pese a la dieta inadecuada que consumía, gracias a que lo habían tenido solo unos meses y era un ejemplar juvenil cuando lo ingresaron a Temaikén, con lo cual no fue grande el impacto de una nutrición incorrecta”.
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Si bien los especialistas lograron que el carpincho comenzara a alimentarse con hierbas y vegetales, no fue posible ayudarlo a readaptarse a su hábitat natural. “No se le pudo quitar lo que se llama la impronta, es decir, que estuviera acostumbrado al humano, que se lo identificara con los seres humanos y que se relacionara con los seres humanos. Ñato se relacionaba súper bien con los seres humanos, pero no con otros carpinchos, era agresivo, no los reconocía”, apuntaron especialistas del bioparque.
Es por esto que decidieron que Ñato se quedara a vivir en Temaikèn, donde tienen un espacio parecido a su hábitat natural, “con un cuerpo de agua y con otros animales propios de los humedales, como el yacaré”.
El roedor tiene excelentes condiciones de vida ahora, pero lo primordial era que pudiese reintegrarse a la vida con los de su especie. Es por esto que el caso de Ñato es difundido por la Fundación Temaikén en la segunda edición de la campaña “No soy mascota”, que creó en conjunto con el Instituto Jane Goodall Argentina y WCS Argentina. El objetivo sigue siendo erradicar el mascotismo y el comercio ilegal de los animales silvestres en la Argentina