Es como un empujón. El verano es la oportunidad para muchos de acercarse de una vez a las lecturas pendientes. La Noche de las Librerías agitó novedades y clásicos hasta la 1 de la madrugada con varios destacados: el Escenario Lavalle, con especialistas en Jorge Luis Borges y Julio Cortázar; las librerías de usados que unidas jamás serán vencidas, en el barrio porteño de San Telmo; presentaciones y charlas.
La calle Corrientes, con una Mafalda gigante como señera, fue el clásico centro, pero si estabas en la ciudad todo te quedaba cerca, porque se sumaron circuitos barriales de norte a sur de la ciudad. Con descuentos (libros desde 2.500 pesos), las primeros balances de ventas fueron más que positivos.
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Un par de días antes, la inquieta Dua Lipa sacaba e su cartera Not a River/No es un río, de la autora entrerriana Selva Almada. Una edición británica de Charco Press, cuyos lanzamientos la cantante aseguró seguir con interés. Con traducción de Annie McDermott, pertenece al sello que dirige una traductora argentina, Carolina Orloff. La estrella mostró también otro libro de un argentino, aunque este escribe en inglés y vive en Estados Unidos: In the distance, de Hernán Díaz, el autor de la premiada Fortuna.
Caparrós, el hombre que escribe
Periodista, escritor, cronista, reportero, viajero. En orden intercambiable, la obra de Martín Caparrós es vasta. Su curiosidad, y su inagotable energía para interrogar la realidad —que le sumó, sobre todo en el último tiempo, la etiqueta de polemista, e incluso provocador— lo convirtió en una figura de referencia para el periodismo literario global. En el más estricto sentido: de los templos de Sai Baba a las chozas en Bangladesh, las calles de Moscú sacudidas por los cambios, o las de Buenos Aires, que lo vieron formarse y desarrollarse. Como alumno de El Colegio (CNBA), como periodista de programas y medios gráficos originales. Al menos, siempre con la intención de hacer algo distinto.
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El voluminoso Antes que nada, que está en librerías, es uno de los libros del año por razones obvias: se lanzó junto a la noticia de su diagnóstico de ELA y las entrevistas promocionales en las que se lo escuchó hablar sobre la asunción de la inminencia de la muerte, con un pronóstico de sobrevida de unos pocos años. Caparrós guardó el secreto de su enfermedad hasta ahora, y dijo que no va a someterse a la condescendencia, ni a que le tengan pena. Es un libro de memorias muy particular, y a la vez, no.
Lo es porque el lector se asoma a un adiós digno de un experimentado cronista que, esta vez, hace foco en su propia muerte. Asumiéndola como lo venimos escuchando hacerlo en las notas: sin aspavientos. Con entereza y una dignidad capaz de conmover hasta a sus más acérrimos enemigos, que los tiene: basta verlo en X al recibir y devolver insultantes gentilezas.
En general, no le perdonan su ingenua participación en la Mesa del Hambre convocada por el expresidente Alberto Fernández. Un episodio que el escritor asume como un error llevado por su buena voluntad, en el que no sacó más que perjuicios. Caparrós no trata de hacerse el simpático y nada contra la corriente aunque sea de las más fuertes: llamó mercenarios a los jugadores de la selección campeona, amados por todo el mundo. “Los mercenarios mejor pagados del planeta”, aseguró.
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Caparrós escibió mucho. Escribe mucho. Lleva más de 40 libros en más de 30 países. Separar su obra de una imagen personal un poco pedante y presumida resulta imprescindible frente a trabajos tan valiosos como los tres tomos de La Voluntad, coescrito junto a Eduardo Anguita, que registra la historia de la militancia revolucionaria en los 60 y 70. O el ambicioso El Hambre, de 2014, que lo llevó a recorrer el mundo: la geografía de las altas finanzas a las más bajas miserias. También es el autor de Boquita, sobre el club de sus amores, entre muchas más obras de no ficción y de ficción.
Antes que nada es también un libro de memorias lógico. Sería absurdo que un gran contador, capaz de viajar, ver y transmitir la fascinación por sus temas y lugares, dejara de contar una vida tan fascinante como la suya. Con gran honestidad, el repaso de su vida incluye sabores y sinsabores del mundo íntimo. Los vínculos, los amores, incluso anécdotas que alimentaron la comidilla del chisme intelectual, como su encuentro sexual con Juan José Saer. Reverenciado por unos, irritante para otros, Caparrós se despide con el texto necesario. Un narrador que ha vivido, y mucho, para contarla.
Casa de agua, de Marina Closs
Si querés ficción, y te gusta la poesía, la invitación es a entrar en el inquietante, barroco, subyugante universo de la misionera Marina Closs. La joven autora de Pombero, entre otros títulos, narra en breves fragmentos el devenir de una familia numerosa en una casa inundada. Llueva afuera y adentro, entre las paredes y debajo de las casas, por donde corren ríos. Hay animales y personas que tienen extraños nombres: Zenona, Otto, Konstántin, Yuri. Un árbol genealógico que se ofrece en la primera página, como esquema de un quién es quién en ese pantano de imágenes.
Closs inaugura el género acuático, se lee en la contratapa. También dice “gótico” y Marosa Di Giorgio. Y sí, la poetisa pitonisa estaría feliz de leer a esta talentosa autora que vuela alto como ella, entre hongos plateados, madréporas, gallos que caminan por los techos, brujos, leche que se pudre y cuerpos que parecen de arcilla. Ya desde las primeras escenas, hipnotiza la belleza de su escritura. “El cielo estaba negro, lleno de pupilas de lobos”. O: “Había silencio en el mundo. La lluvia había pasado entre las cosas como un envejecimiento”.
Amora, de Natalia Borges Polesso
La gaúcha Natalia Borges Polesso ya había publicado prosa y poesía, y ganado premios, cuando salió a la luz su segundo libro de cuentos, publicado en Argentina por Odelia. Son 33 cuentos lésbicos: 22 largos y 11 cortos, atravesados por el deseo, el secreto, la invisibilidad, la pasión, la vergüenza de mujeres en un mundo en el que todavía se mira de costado lo que queda afuera de la familia tradicional. Y por un lenguaje poético, que tiene música y se escucha, preservado por la cuidada traducción de Julia Tomasini. Además, tiene, por último pero acaso primero, un muy bienvenido sentido del humor que recorre muchas de sus historias.
Borges Polesso, que es doctorada en literatura y tiene estudios de diversidad y género, fue elegida como parte de la lista Bogotá 39, que reúne a los mejores autores latinoamericanos menores de 40 años. Fue en 2017, el año de publicación de Amora. Si bien no es una novedad, vale registrar la notable performance que tuvo y sigue teniendo ese libro para una autora prolífica que sigue creciendo, con dos novelas y otro libro de cuentos más. Traducido al inglés, lo leyó Oprah Winfrey y le gustó tanto que lo recomendó en su revista, The Oprah Magazine.
Una repercusión que se hace eco de sus textos, surgidos de una investigación basada en entrevistas, con hebras de memorias. “El erotismo roza algunos cuentos, pero estoy más preocupada por contar historias de vida”, aseguró la autora en una nota. “Los textos tratan de distintos tipos de relación, desde curiosidades infantiles por figuras enigmáticas o extrañas hasta amores adultos y en la vejez”, sostuvo.
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Libros sobre diversidad hay un montón, pero las antiheroínas de Borges Polesso, y sus situaciones tragicómicas, quedan. Como las tramas vitales bien contadas que, en el cine, el teatro o la literatura, parece que pasan a formar parte de nuestra propia experiencia. Cuentos que dialogan con los lectores, y por supuesto especialmente con las lectoras de la comunidad LGTBQ. Dicen las editoras que la palabra amora no circulaba antes del libro: “Ahora, cuando escuchamos que las chicas se dicen así, nos sentimos parte de este ecosistema”.
Zorros rojos en kioscos
La preciosa editorial Libros del Zorro Rojo se suma a lo que parece una incipiente tendencia: tomar puestos de diarios para reconvertirlos. Llos chicos de Canillita ya lo hicieron con éxito al transformar uno en un coqueto café. En este caso, el de Callao 690 se volvió una librería, donde el sello expone todo su catálogo y novedades hasta el próximo 6 de enero.
Ahí destacan clásicos como Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, con traducción de Marcial Souto e ilustraciones de Ralph Steadman; 1984, de George Orwell, con traducción de Ariel Dilon e ilustraciones de Luis Scafati, y Otras crónicas marcianas, también de Bradbury, con traducción de Marcial Souto e ilustraciones de David de las Heras.
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Además, la novedad: Cuentos oscuros, de la gran Shirley Jackson; Dibujos recuperados, de Franz Kafka, y la reimpresión de La anarquía explicada a los niños, de José Antonio Emmanuel, ilustrado por Fábrica de Estampas. Para chicos, Los pájaros, de Germano Zullo y Albertine; la serie Miss Cat, de Jean-Luc Fromental y Joëlle Jolivet; y Hablo como el río, de Jordan Scott con ilustraciones de Sydney Smith.
Por su parte, el sello El Gran Pez lanza Te amo pero elegí la oscuridad, elegido libro del año 2021 por diversos medios estadounidenses, de Claire Vaye Watkins. Es la historia de Claire, una escritora que fue madre de una niña y revisa su pasado en pleno puerperio. Mientras, sube y baja de aviones, se pierde en carreteras, lee las cartas de su madre, escucha las grabaciones de su padre y duerme en los límites del desierto de Mojave, mirando con extrañeza la mítica y lejana ciudad de Las Vegas.
La historia es a medias autobiográfica: Watkins supo un día que su padre, Paul Watkins, era la mano derecha de Charles Manson. Y en la de su protagonista laten cuestiones de esa historia familiar que se cruzan con la de su país. Pero desde los márgenes: Claire, quien vivió en territorios extremos y en pueblos al costado de la ruta, y caminó las ruinas de la cultura y de la contracultura, cuestiona su lugar en el mundo, y en ese acto, lleva la pregunta a límites insospechados y reconstruye la memoria de las vidas que rodean y constituyen la suya.