Posponer la alarma por la mañana es un hábito común para muchas personas, pero lo que parece ser simplemente una cuestión de pereza o cansancio puede tener implicaciones más profundas según la psicología.
Este comportamiento, conocido como “snooze”, refleja no solo la necesidad de unos minutos más de descanso, sino también una serie de factores emocionales y psicológicos que afectan el bienestar general. Aunque todos caímos en la tentación de presionar ese botón una vez (o varias) antes de levantarnos, entender por qué lo hacemos puede ofrecernos una visión más clara de nuestra salud mental.
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Desde el punto de vista psicológico, posponer la alarma puede estar relacionado con el estrés o la ansiedad. Las personas que se sienten abrumadas por las tareas del día, como las responsabilidades laborales o familiares, pueden evitar enfrentar la jornada de inmediato. Este pequeño acto de procrastinación puede ofrecer una sensación temporal de control y evasión. A nivel subconsciente, retrasar el inicio del día puede convertirse en una forma de aplazar el momento en que tenemos que enfrentarnos a las preocupaciones o emociones incómodas.
Otro aspecto psicológico detrás de este comportamiento es la falta de motivación o desinterés por las actividades que nos esperan al despertar. Las personas que sienten que sus rutinas diarias carecen de emoción o propósito son más propensas a recurrir al “snooze” como una forma de posponer la realidad. Esto también puede reflejar un ciclo de insatisfacción con la vida cotidiana, que puede estar vinculado a la depresión o al agotamiento emocional. Si el día se percibe como una serie de tareas poco atractivas, el cuerpo y la mente tienden a resistirse a levantarse.
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Sin embargo, no todos los casos de posponer la alarma están relacionados con emociones negativas. Para algunas personas, el simple hecho de dormir unos minutos adicionales puede ser una forma de descansar más profundamente, ya que el ciclo de sueño se interrumpe menos. A pesar de esto, es importante reconocer si este comportamiento está afectando nuestra productividad o calidad de vida.