A principios de agosto, el gobierno de la Ciudad decidió que los alumnos de los diferentes niveles educativos no usen más el celular en las aulas para intentar contrarrestar la falta de concentración, el bajo rendimiento y los efectos negativos de pasar tanto tiempo frente a la pantalla en su bienestar socioemocional.
Dos meses después de su implementación, las autoridades porteñas llevaron adelante una encuesta al alumnado, docentes y directivos para tener un primer panorama que refleje si tuvo aceptación y si hubo cambios en la conducta de los estudiantes a partir de la medida.
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“Nosotros estamos muy contentos y muy conformes. Lo principal es que estamos empezando a observar que se cumple el propósito de tomar esta decisión junto al jefe de gobierno, Jorge Macri, que era poder destinar mayor tiempo de los chicos en la atención para poder aprender”, expresó la ministra de Educación porteña, Mercedes Miguel, en Nuestra Tarde (TN).
En ese sentido, agregó: “Al interior de las aulas el celular se había vuelto un enorme distractor a la hora de aprender. Entonces nos preocupaba no solo la adicción que genera el celular, sino el escaso momento que tenía cada uno de esos estudiantes con sus maestros”:
La encuesta fue hecha a más de 4000 estudiantes de la Ciudad de Buenos Aires, tanto de escuelas públicas como privadas, y arrojó que seis de cada 10 alumnos presta más atención en clase desde que comenzó la normativa; mientras que un 25,4% indicó que su tiempo en pantalla en el colegio disminuyó.
Entre los hábitos que modificaron como consecuencia de la iniciativa, los estudiantes mencionaron que:
- Prestan más atención en clase (57,4%);
- Conversan más con sus amigos (47,4%);
- Se aburren más (41,3%);
- Se sienten más tranquilos (22,9%);
- Juega más con los amigos (17,5%).
“Estos son los primeros datos, pero que ellos ya estén manifestando que leen más o que conversan más con sus compañeros son todas habilidades que se desarrollan dentro del momento de aprender y que tienen un impacto directo en la mejora del aprendizaje. Sobre todo, que están pudiendo volver a sociabilizar y a conectarse con esa atracción por aprender”, remarcó la titular de la cartera educativa.
Qué dicen los docentes y directivos sobre el impacto de la medida
Además de la opinión del alumnado, la encuesta también fue realizada a docentes de secundaria y directivos de diferentes instituciones porteñas para conocer su percepción.
Al preguntarles si los estudiantes tienen permitido utilizar el celular en clase, 8 de cada 10 docentes indicaron que sí pero en momentos puntuales (por ejemplo, para realizar trabajos). De todas formas, solo un 4% no considera que el uso de celulares sea una problemática que dificulta la atención y participación de los alumnos en la escuela.
A su vez, la mitad de los docentes encuestados afirmó que la cantidad de tiempo en que los estudiantes tienen permitido usar el celular en la escuela disminuyó como consecuencia de la regulación del uso de dispositivos digitales y solo un 12,3% dice que el tiempo de uso de celulares no se modificó.
En cuanto a los directivos, el 97,5% de los encuestados consideró que el uso del celular en clase constituye una problemática que dificulta la atención y participación; mientras que un 2,5% sostuvo que no lo es. Además, un 62,5% expresó que la cantidad de tiempo en que los estudiantes tienen permitido usar el teléfono en el aula cayó como consecuencia de la regulación.
En ese sentido, los directivos precisaron que un 73,5% prestan más atención en clases y un 55,9% conversan más con sus amigos en la escuela (55,9%). Sin embargo, una proporción importante (32,4%) observa mayor aburrimiento en sus estudiantes.
Desde la perspectiva de los directivos, son los docentes quienes aceptan la regulación en mayor medida, seguidos por las familias. De forma contraria, en los estudiantes, la mayoría de los directivos indica que el nivel de aceptación de la regulación es medio.
En diálogo con TN, la especialista en Educación, Laura Lewin, sostuvo al respecto: “No se puede negar que la tecnología tiene un gran potencial para transformar la educación si se utiliza de manera consciente y planificada pero para que el uso del celular sea productivo y no una distracción, necesitás algunos requisitos como un buen vínculo entre el docente y los estudiantes, clases interesantes que involucren cognitiva y emocionalmente a los chicos, un buen manejo del aula y por supuesto la autorregulación por parte de los estudiantes”.
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Si bien destacó la medida, Lewin planteó algunos interrogantes sobre lo que puede pasar a futuro con las nuevas generaciones: “Prohibir los celulares puede proteger a los estudiantes de la distracción inmediata, pero también les quita la oportunidad de aprender a usarlos de manera consciente y productiva. En el mundo real, los dispositivos no desaparecen; al contrario, son omnipresentes. Las empresas buscan empleados capaces de gestionar información digital, colaborar virtualmente y utilizar aplicaciones específicas. Las universidades esperan estudiantes que sepan investigar, comunicarse y organizarse con tecnología”.
“La medida de restringir el uso de celulares en las aulas me parece acertada como paso inicial porque definitivamente impacta en la concentración de los chicos en el aula, y sin atención, no hay aprendizaje, pero plantea un problema a largo plazo: ¿cómo preparamos a los estudiantes para un mundo donde las herramientas tecnológicas son fundamentales en casi todos los ámbitos?”, reflexionó.