Tenía apenas 19 años cuando supo que lo suyo era ser emprendedor. En su casa no había teléfono de línea, porque en ese entonces, en su país, era un servicio caro, considerado suntuario. Pero esa limitación técnica no lo frenó: encontró el atajo hacia su nueva vida en los teléfonos públicos de un aeropuerto. Y desde esa plataforma de tecnología analógica inició el camino que lo llevó a ser millonario.
Esta historia, que parece de un guion cinematográfico, es real. Su protagonista se llama Flavio Augusto da Silva. Tenía apenas 19 años, no hablaba una palabra de inglés y sin embargo se dedicaba a vender cursos para aprender a hablar ese idioma. Después de que pasaran 22 años de aquellos tiempos de ingenio, en Estados Unidos le daban la bienvenida al círculo de los dueños de clubes de fútbol. Pudo haber sido incluso rival de Lionel Messi en la MLS.
Leé también: Tenía 30 hijos, vivía en la pobreza y se volvió rico gracias a dos piedras
Pero este brasileño tomó otro rumbo antes de que la Pulga desembarcara en la liga estadounidense. Sí pudo compartir tiempos con David Beckham, a quien recibió en la Florida como el dueño de Orlando City, el rival de Inter Miami. Sucedió que en 2021 se desprendió de la franquicia de la MLS -se la vendió a los dueños de los Minnesota Vikings, de la NFL-. Su vida, definitivamente, había tomado un rumbo distinto.
Millonario desde un aeropuerto: así empezó Flavio Augusto da Silva
El Santos Dumont es el segundo aeropuerto en importancia de Río de Janeiro, detrás del Galeão. Desenfadado, usó los teléfonos públicos de la estación aérea para llamar a potenciales clientes y ofrecerles cursos de inglés de la empresa para la que trabajaba. “No tengo ninguna duda de que encontré mi destino en ese aeropuerto”, le contó a la BBC en 2018, cuando su fortuna estaba cifrada en 300 millones de dólares.
Llegó a ser director comercial de la firma, de la que renunció cuando su jefe rechazó su propuesta de mejorar los cursos que vendían. Tomó riesgos, sacó un préstamo, obtuvo 5.500 dólares y reunió a un equipo de 18 personas con las que creó la plataforma que lo iba a llevar a su primer gran éxito.
Se trataba de la escuela de inglés de negocios Wise Up, enfocada en un público que hasta aquel momento nadie había explotado: los profesionales que buscaban trabajo. El crecimiento fue tal que en 2012, este colegio tenía 400 sedes. En ese entonces entendió que debía dar otro salto: se la vendió al grupo brasileño Abril por 240 millones de dólares.
Usó la mitad de ese dinero para adquirir a Orlando City, un club de fútbol que por entonces estaba en la Tercera División de Estados Unidos. Lo hizo llegar a la Major League Soccer y, en su gestión, construyó un estadio y llevó a la franquicia a una cotización de 500 millones de dólares. Lo nutrió de estrellas, como el caso de Kaká, su compatriota que recaló en la MLS para cerrar su carrera.
Un cambio, una crisis y la reconstrucción
En medio del éxito, se encontró ante la oportunidad de recomprar Wise Up a la mitad del valor que la había vendido. La pandemia de Covid-19 le dio un duro golpe porque sus escuelas se cerraron durante dos años. En ese momento vendió la franquicia de fútbol de Orlando. Se reconstruyó. Logró salir adelante y ahora dice ganar “el doble que en 2020″.
Escribió libros, en su perfil de redes sociales se promociona como columnista de la revista Forbes y en Brasil empezó con otro camino: el de dar charlas para emprendedores junto a otros dos profesionales, con los que visita distintas ciudades de su país, en un espectáculo que se llama Atrinca.
“Un recorrido por Brasil, impactando a miles de emprendedores, con un único objetivo: mostrar el viaje de la libertad. El mismo recorrido que emprendieron los 3 protagonistas de este movimiento. Libertad a través del liderazgo, las ventas y modelos de negocio rentables. Atrinca es el único espectáculo que reúne a Flavio Augusto, Joel Jota y Caio Carneiro, en un mismo escenario para formar a esta y la próxima generación de emprendedores”, dice en su web.
Uno de los posteos que tiene anclado en su cuenta de Instagram tiene una reseña de su historia, que acompaña con una foto suya:
“Este chico pasaba entre 4 y 5 horas diarias en autobuses llenos de gente para ir y volver del trabajo.
Al año siguiente, obtuvo permiso de su jefe para “vivir” dentro de la empresa donde trabajaba. Dormía en un colchón en una de las habitaciones vacías de la escuela y se daba una ducha fría todos los días, porque vivía muy lejos. Vivió dentro de la empresa durante un año.
Este chico trabajaba de pie durante horas todos los días en teléfonos públicos, en el centro de Río de Janeiro, en pleno verano, para contactar a sus clientes con el objetivo de vender cursos de inglés.
El emprendimiento cambió su vida. Nunca hizo negocios con gobiernos ni pidió préstamos al Banco Nacional de Desenvolvimento Econômico e Social.
Leé también: El “mendigo más rico del mundo”: tiene varias propiedades, vive de rentas pero nunca dejó de pedir en la calle
A los 23 años abrió su empresa con dinero de un descubierto. A los 26 años ya contaba con 1.000 empleados. A los 28 años, franquicia su marca. A los 40 años, vendió su empresa con 396 escuelas por casi mil millones de reales. A los 43 años debutó con su equipo de fútbol profesional en Estados Unidos y recompró la empresa que había vendido por una fracción del valor vendido. A los 45 años inauguró su propio estadio. A los 46 años empezó a comprar a sus competidores en Brasil. A sus 48 años, a punto de hacer su salida a bolsa, lo sorprendió una pandemia que cerró sus escuelas durante dos años. Reinventó su negocio en medio de la tormenta y, apenas 3 años después, ganaba el doble que en 2020.
Este tipo no hizo esto solo. Consiguió aliados y formó un ejército de personas competentes y valiosas a su alrededor. Sólo así fue posible construir esta historia.
Hoy, a sus 51 años, escribe este post para contaros algo muy importante:
Este chico es como tú. Ni mejor ni peor. Si él pudo hacerlo, tú también puedes”.