Este lunes comenzó el juicio oral y público contra Ricardo La Regina, el productor ganadero y dueño de un campo lindero a la reserva natural Punta Tombo que en 2021 pasó con una retroexcavadora para abrir un camino y, en el proceso, mató presuntamente a cientos de pingüinos magallánicos y destruyó sus huevos.
Además de maltrato animal y daño ambiental agravado en Chubut, también se lo acusa de desmontar flora nativa e instalar un cerco electrificado en el lugar. Durante el receso de la primera jornada, La Regina habló con Lorena Maciel, TN, y aseguró: “Yo quiero solucionar el conflicto que tengo”.
“Con el diario del lunes es más fácil, podría decirse que no fue la forma correcta. Pero debido al contexto y las condiciones donde se desarrollaron los hechos, tampoco había otra salida porque me estaban robando mi única forma de vida, el ganado bovino. El Estado estuvo ausente por más de 10 años y la Justicia tampoco actuó en ese momento”, sostuvo.
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En diálogo con Lorena Maciel, el hombre intentó justificar lo que hizo: “Tengo problemas con los pingüinos de Punta Tombo y de Punta Clara porque no hay límites tangibles entre ellos y el campo. El problema es que no me permiten hacer turismo y ganadería bovina tampoco porque está lleno de depredadores. Cuando puse las vacas, tampoco pude hacerlo porque tengo denuncias de los guardafaunas diciendo que las vacas ingresan a la reserva y, por supuesto lo van a hacer, si no hay alambrado”.
En ese sentido, La Regina reconoció haber realizado el alambrado electrificado, mismo sistema que implementó en el campo, para hacer visible el límite. Sin embargo, aseguró: “No se electrocutaron pingüinos, no hubo ninguno muerto y está acreditado en las pruebas. Cuando se mandó a escarbar en el segundo asentamiento se negaron a hacerlo, creo que sabían que no había nada”.
Asimismo, insistió: “Yo me puse a disposición de mover cualquier suelo que quisieran mover. Nadie escarbó nada y es el día de hoy que no tienen ningún pingüino muerto porque no lo hubo”.
De acuerdo a su testimonio, el alambrado se realizó en temporada donde no están las aves marinas: “La fiscalía cambió su acusación porque cuando vio la imagen satelital se dio cuenta de que estaba fuera de la temporada de pingüinos”.
“El alambrado habrá traído todas estas controversias y estará mal, pero las vacas no se fueron más. Yo lo hubiese hecho de otra forma si las condiciones hubiesen sido distintas”, cerró.
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Por su parte, el abogado del acusado, Federico Ruffa, agregó: “Mi cliente tiene un interés comprobado de buscar una solución y concreta para la situación de los pingüinos”.
El proceso durará al menos 10 días y declararán 60 testigos de ambas partes. Algunos de forma presencial y otros de manera virtual. También se prevé una visita del Tribunal con el acusado a la pingüinera.
Las penas que podrían darle van desde los 4 a los 12 años de prisión por el daño irreparable al ambiente de una especie protegida y un área considerada patrimonio de la Unesco.