Rocío siempre tuvo la costumbre de salir a pasear con su perro Felipe a plazas de la Ciudad. Pero en el último tiempo notó que cada vez más parques, restaurantes y shoppings adaptaron sus espacios para que los usuarios pudieran ir junto a sus mascotas, lo que la incentivó a llevarlo con ella a cualquier parte. “No es solo una mascota, es un miembro más de la familia y disfruto su compañía. Creció mucho la oferta de servicios para ellos y hacen todo para que estén cómodos”, dijo.
Sin embargo, todos esos lugares que solían estar copados por bebés, nenes y adolescentes, ahora reflejan una situación que se profundizó en el último año: en los hogares porteños hay el doble de mascotas que de chicos.
Según el informe “Tenencia responsable y sanidad de perros y gatos. Encuesta Anual de Hogares 2022″, en CABA se registraron un total de 861.852 mascotas, dividida en 493.676 perros y 368.176 gatos; mientras que se contabilizaron 460.696 niños y niñas menores de 14 años, de acuerdo a las cifras recolectadas en “Población y porcentaje de población de 0 a 14 años y de 15 a 64 años, 2022”.
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En esa línea, el Gobierno porteño informó una descenso importante en los nacimientos de los últimos ocho años: las actas de nacimiento se redujeron de 76.298 en 2016 a 43.075 en 2023, lo que representa una caída en la natalidad del 43,54% en 8 años.
Esta diferencia tan pronunciada desató la preocupación de las autoridades locales, que empiezan a evaluar el impacto de la baja tasa de natalidad a largo plazo, los motivos detrás de los datos y qué políticas implementar para revertir el panorama.
En diálogo con TN, la vicejefa de Gobierno porteña, Clara Muzzio, expresó: “La caída de la natalidad es una preocupación porque afecta directamente el futuro de nuestra sociedad. Ahora que tanto se habla de déficit fiscal, también hay un déficit vital: mueren más personas de las que nacen en la Ciudad”.
“Las curvas se cruzaron en 2019 y no deja de crecer esa brecha. A veces uno cree que es solo una cuestión económica, pero no es así porque países ricos como Inglaterra o Japón tienen la tasa de fecundidad por debajo del nivel de reposición y en cambio Nigeria tiene esa tasa al doble”, advirtió.
Asimismo, planteó que hay múltiples consecuencias a raíz de esta problemática tanto a mediano como a largo plazo y señaló: “La Ciudad no tiene recursos naturales, su valor son las personas. No nos imaginamos Vaca Muerta sin petróleo, o el campo sin siembra, ¿no? Nosotros no nos podemos imaginar una ciudad sin niños”.
La baja tasa de natalidad es un comportamiento que se observa en el mundo hace varios años, y que en Argentina también ocurre. Pero puntualmente en CABA, la tendencia se profundizó más. “Se intensificó la reducción de la fecundidad de las porteñas, con un ritmo más intenso que durante los veinte años anteriores”, marcó a este medio la socióloga y Magíster en Demografía Social, Victoria Mazzeo.
La especialista detalló que en la Ciudad la tasa global de fecundidad (TGF) era de 1,3 hijos por mujer en 2021 y se acortó a 1,2 en 2022, muy por debajo del nivel de reemplazo poblacional que se ubica en 2,1 hijos por mujer. Si bien la edad promedio para ser madre estuvo por encima de los 32 años, hubo un aumento de la natalidad en mujeres entre los 40 y 49 años.
Cómo es la distribución de perros y gatos en las diferentes comunas, en cifras
Mazzeo detalló que la caída de la natalidad se dio en todas las zonas, con la salvedad de las Comunas 4 (Barracas-Parque Patricios) y 8 (Villa Soldati-Villa Lugano) en donde se registraron tasas de fecundidad un poco más altas, de 1,5 hijos por mujer.
“Estas comunas pertenecen a la zona sur de la Ciudad donde se ubican los hogares de bajos recursos, que accedieron a terrenos o viviendas de menor valor y que cuentan con una población más joven, una niñez más vulnerable y un mayor porcentaje de hogares pobres estructurales y por ingresos”, precisó.
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En ese sentido, el sociólogo Daniel Schteingart sumó que “en las comunas más pobres que, por lo general son de hogares más grandes, tiende a haber más porcentaje de perros”. En cambio, en las comunas del centro y norte, que tienden a ser de hogares más chicos, sube el porcentaje de gatos y explicó que, al tener poco espacio, no se piensa tanto en tener hijos, sino otro tipo de compañía y allí entra en juego la posibilidad de tener gatos, “porque son más autónomos”.
- En las Comunas 4, 8, 9 y 10, ubicadas en la zona sur, la media alcanza a 20,4 perros cada 100 personas.
- En tanto, en las Comunas la 2, 3, 13 y 14, localizadas mayormente en la zona norte, rondan los 12 perros cada 100 personas.
- Asimismo, en 5, 10 y 12 exhiben la mayor cantidad de gatos: promedian 15 cada 100 personas.
- Mientras que las Comunas 2, 3, 11 y 13 muestran la relación más baja, alrededor de 8 gatos cada 100 personas.
- En casi todas las zonas, la cantidad de perros por persona es mayor a la cantidad de gatos por persona, con la excepción de la Comuna 5, donde esta relación se invierte (11,7 perros frente a 15,5 gatos, por persona).
- La menor brecha se registra en las Comunas 1 y 12: 14 perros frente a 13,2 gatos por persona y 16,1 perros frente a 15,5 gatos por persona, respectivamente.
¿Por qué los porteños eligen tener mascotas antes que hijos?
Para Muzzio, la explicación detrás del descenso de fecundidad está vinculado con los costos de criar a un hijo, pero sobre todo con lo cultural: “Hay un discurso anti familia o anti niño con el que no coincido. Esto de que los hijos te quitan mas de lo que te dan, yo no estoy de acuerdo. Es un desafío por supuesto, no es fácil, pero la familia le da sentido a todo lo que hacemos”.
En cambio, Mazzeo manifestó que uno de los factores determinantes es el económico: “No hay posibilidades. Las parejas ni siquiera piensan en comprar una casa, sino en un alquiler, un buen trabajo para poder mantenerse y después -quizás- pensar en un hijo. Si no hay plata para poder mandarlos a la escuela, poder criarlos en un buen ambiente, con buena salud y en condiciones, se tiene menos porque se puede construir un futuro así. No es un problema nuevo, es de décadas, pero se agravó más ahora”.
Y mencionó, a su vez, los problemas de infraestructura: “Por ejemplo, la zona sur de la Ciudad es la que más chicos tiene y no cuenta con tantos jardines o escuelas primarias, lo que hace que las familias tengan que desplazarse a otras zonas para llevar a sus hijos”.
Jorge Paz, investigador de CONICET en el Instituto de Estudios Laborales y del Desarrollo Económico (IELDE), completó: “Pensar en el costo de la crianza de un niño, contando vivienda, educación, salud y alimentación, en un contexto de crisis recurrentes, inflación endémica, economía poco productiva y poca previsibilidad, es complejo”.
Otro de los motivos que enumeraron los especialistas está vinculado con el cambio de paradigma y el rol empoderado de la mujer en la sociedad; que puede decidir sin culpa si estudiar, trabajar y/o tener hijos sin tener que responder a los históricos mandatos. “Hay un debilitamiento de la familia tradicional, pero también es importante la incidencia de las políticas reproductivas, por ejemplo, lo que fue el Plan Nacional de Prevención del Embarazo no Intencional en la Adolescencia, que se puso en marcha en la última parte de la década y la difusión de los anticonceptivos subcutáneos”, agregó Schteingart.
Ahora bien, ¿por qué se duplicó la cantidad de personas que tienen mascotas? “Es la compañía que se busca, uno necesita dar afecto. Aunque es cara la comida de las mascotas o llevarlos al veterinario, no tenés los mismos gastos que con un bebé. El animal se satisface con su comida, su bañito, el paseo y el amor que uno que se le da, no tenés que mandarlo al colegio ni preocuparte quién lo va a cuidar”, explicó Mazzeo.
Una población envejecida y pocos jóvenes aportantes: los problemas a largo plazo y las políticas que pueden revertirlo
El impacto que puede generar la baja de nacimientos puede ser grave y costosa. De hecho, una de los efectos directos es la disminución de la población y su consecuente envejecimiento, en el que la brecha entre la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el resto de las jurisdicciones será cada vez más amplia.
“Si no hay nacimientos, el sistema de seguridad social enfrentará grandes desafíos: con una alta proporción de personas adultas no productivas, habrá mucha demanda del servicio de salud y poca en educación por la falta de niños. ¿De dónde se van a sacar, entonces, los recursos?”, alertó Paz. Esto va a repercutir en el presupuesto, que tendrá que ser mayor para mantener a este sector -que va en aumento-, en contraposición de la cantidad de personas que aportan.
Ante ese contexto, reaparece el debate sobre el aplazamiento de la edad jubilatoria y la necesidad de que el promedio de edad de la población económicamente activa (PEA) se estire algunos años para compensar el recambio. Otra de las vías que puede hacer colapsar el sistema, según el investigador, está relacionada con la informalidad laboral, que también acumula un gran número de empleados que no aportan.
La vicejefa porteña afirmó que muchos gobiernos a nivel global intentaron revertir la tendencia con incentivos económicos, licencias extendidas y otras medidas, “pero los resultados fueron limitados”. Puso como ejemplo a Corea del Sur, que actualmente tiene la menor tasa de fecundidad mundial (0,78 hijos por mujer) y otorgan grandes cifras de dinero para que tengan hijos, aunque sin alcanzar el objetivo.
Por ello, desde el GCBA están estudiando la experiencia de otras ciudades con cifras similares para poder avanzar en políticas específicas, pero no hay ningún plan concreto todavía. Mazzeo, en relación a eso, opinó: “Hay que ir adecuándose a las realidades del momento. No se puede implementar políticas que se llevaron adelante en otros países, porque no se puede trasladar de una realidad a otra. Tiene que ser algo integral, no parcial porque pasamos de diagnóstico en diagnóstico sin tomar medidas para mejorar la situación”.