Andrew Loog Oldham, el manager que impulsó a Rolling Stones en el mundo, definió al grupo británico de una manera irrebatible: “No son solo una banda, son un estilo de vida’”.
En la esquina de Cuenca y Navarro, en el límite de los barrios porteños de Villa del Parque y Villa Devoto, un grupo de fanáticos se reunió para darle vida a un suceso tan constante como especial. Allí, un santuario para quienes han decidido hacer de su vida una celebración constante de la banda, una comunidad de stones hizo de un baile característico y una forma única de vestirse una escuela que se transformó en su modo de sentir.
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“Nos juntamos para compartir el amor que nosotros sentimos por una banda que se formó a miles de kilómetros de Buenos Aires, pero que tocó nuestras vidas de una manera tan profunda que se ha convertido en un estilo de vida”, explicó Pablo El Rolinga, “así a secas”, a TN.
Aunque sea la voz de Pablo la que representa al grupo, todos coincidieron en que ser un stone no abarca únicamente bailar como Mick Jagger, usar flequillo alto o vestir una remera con una lengua en el pecho.
Para ellos, ser un stone es una filosofía que se traslada a cada aspecto de la vida cotidiana: “Respiramos Rolling Stones las 24 horas del día. Desde ir a comprar un pancho a la esquina hasta cómo nos relacionamos con la gente. Todo se vive ‘like a Rolling Stone’”, dijo Pablo.
El look es sin dudas la parte fundamental de esta tribu urbana que en la década del 90 inmortalizó el “uniforme rolinga” con ciertos elementos icónicos. “Antes el stone se vestía de una forma muy particular: zapatillas de lona, jardinero de jean, pañuelo y, por supuesto, el flequillo”, recordó Pablo.
Pero las modas cambian, aún cuando los sentimientos permanecen intactos: “Hoy en día uno trata de ser un elegante stone, pero siempre es fácil reconocer a otro por la calle. El que me ve jamás va a dudar de que me gustan los Stones”.
La escuela stone
Pablo y sus amigos se mantienen en contacto constante a través de grupos de WhatsApp y redes sociales, donde comparten tips sobre cómo bailar, cómo vestirse y cómo mantener viva la actitud stone. “La comunidad es un refugio, un lugar donde encontrar a otros que comparten la misma pasión inquebrantable”, precisó.
Para ellos, todo nace en la primera imitación a Jagger: el clásico aleteo se mimetiza con los movimientos naturales del cuerpo, adoptando una actitud orgánica en donde la forma de caminar no se exhibe como una pose sino como una marca registrada.
“Uno siempre saca pecho. Se camina con el pecho inflado, como un síntoma de seguridad y amor propio”, explicó Pablo. A ello se le suma una manera de moverse, de hablar y de interactuar con el mundo en donde está impregnada de la actitud rebelde y segura que caracteriza a los Rolling Stones.
El baile también es un pilar de la cultura Stone. “Nosotros bailamos tratando de imitar a Jagger, siempre con todo el respeto del mundo”, contó Pablo, quien aseguró que cada rolinga tiene su propio estilo al moverse, aunque todos comparten ciertos movimientos característicos: “Es muy importante el papel de los pies, pero también los brazos y, por supuesto, el pecho inflado”, remarcó.
A pesar de las críticas y constantes estigmatizaciones que a veces enfrentan, se mantienen firmes en su devoción. “Nos dicen que no nos bañamos, que no laburamos, nos tratan de muchas cosas, pero uno se ríe”, explicaron.
La influencia de los años 90 en la cultura stone
“Amamos los 90 porque fue la década en la que vinieron los Rolling Stones por primera vez a Argentina. Y eso es algo que nunca vamos a olvidar”, explicaron.
También reflexionaron sobre cómo cambió la forma de ser un stone desde aquella década hasta esta parte. Todos coincidieron en que en aquellos días eran muchos más, expresando una presencia inconfundible en cada barrio.
“Hoy, aunque menos visibles, su comunidad sigue siendo fuerte y unida. “Ahora somos menos, pero eso hace que sea más especial. Y no estamos en peligro de extinción”, dijo Pablo.
El grupo también precisó que la cultura stone en Argentina tiene profundas raíces, en gran parte, gracias a bandas como Los Ratones Paranoicos, quienes, según Pablo, “hicieron posible que esta cultura exista en Argentina”.
“Un stone se hace notar, no pasa desapercibido” aseguró Pablo, ya sea por la forma en que piden una pizza o simplemente por cómo se mueven en la calle. La evidencia lo confirma: un stone por la calle es imposible de ignorar.
Aunque muchos no lo llevan, todos coincidieron en que un verdadero stone lleva con orgullo su flequillo, considerado tan distintivo como los jeans claros o la remera cortita que deja ver parte del abdomen. “Es como nuestro documento de identidad. El flequillo es todo para un stone”, determinaron.
Con un último brindis en esa esquina mágica, Pablo levantó su vaso lleno de cerveza y esbozó una última reflexión: “El mundo puede cambiar, pero nosotros siempre vamos a ser stones”.
Fotos y video: Nicolás González.
Edición de video: Tamara Ferro.