El panorama de inundaciones en el sur de Brasil y la mesopotamia argentina puede tener un giro rotundo hacia fin de año, ya que varios modelos predictivos del clima referencian el retorno de La Niña para ese período, estimación reforzada por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en su último informe sobre la temática. Especialistas remarcaron la situación como llamativa y enumeraron algunos de los perjuicios sobre el ecosistema que acarrean los eventos climáticos extremos sin pausas.
Según las estimaciones de modelos predictivos del clima elaborados por el Instituto Internacional de Investigación sobre el Clima de la Universidad de Columbia (IRI, por sus siglas en inglés), Estados Unidos, hay altas probabilidades de un regreso de La Niña desde el principio de la primavera, que se intensificará hacia fin de año.
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Para el estudio, que se actualiza mensualmente, se toman más de 30 modelos predictivos de diferentes institutos a nivel mundial.
En ese sentido también van las probabilidades que manejan desde la OMM, que señalan un 70% de chances del desarrollo de La Niña entre agosto y noviembre.
“La particularidad de estos años es que, prácticamente, no tuvimos períodos neutrales. Fueron tres años de Niña, uno de Niño y, ahora, una rápida transición de nuevo a Niña”, sostuvo en diálogo con TN el meteorólogo José Luis Stella, del Servicio Meteorológico Nacional (SMN).
Y advirtió que “llama la atención que se vea en las estadísticas que pasen tres períodos de Niña, vuelva el Niño y suceda La Niña nuevamente. Sí pasó un Niño entre dos Niñas, pero no esto”.
Transición diferente
El meteorólogo resaltó que si bien el recuerdo del último desarrollo de La Niña en el país trae consigo imágenes de territorios asolados por la sequía, este pasaje que se puede producir a fin de año puede llegar a ser más benévolo por la cantidad de lluvias que se vienen dando en el país durante el otoño.
“Estamos saliendo de El Niño, con un otoño particularmente lluvioso. Si se confirma La Niña, el impacto debería ser menor porque no estamos en la misma situación que en 2020, donde la región ya venía con un déficit de lluvias”, explicó.
A pesar de ello, Stella mencionó que el cambio climático “está modificando los impactos” que tienen tanto La Niña como El Niño. Sobre este último, remarcó que tuvimos “un verano extremo, que con Niño es bastante inesperado, con mucho calor y en el que dejó de llover de repente entre enero y febrero. Es una señal de alarma de que el cambio climático también modifica estos eventos”.
En esa línea también se pronunció la OMM, el organismo que tiene a la argentina Celeste Saulo como secretaria General: “Los fenómenos climáticos naturales se producen en el contexto de un cambio climático inducido por el hombre. Esto aumenta las temperaturas mundiales, exacerba las condiciones meteorológicas y climáticas extremas, y repercute en los regímenes estacionales de precipitaciones y temperaturas”.
Afectación de seres vivos
La bióloga Irene Wais señaló que las fases neutrales entre El Niño y La Niña son importantes para los seres vivos: “Son dos fenómenos cíclicos que se solían dar en el pasado con una periodicidad variable entre pocos años. Pero ahora los eventos extremos se hicieron más frecuentes y todo eso influye”.
“A eso hay que sumarle un modelo de producción insustentable, como lo es en nuestro país la sojización masiva de tierras cultivables. La soja es un cultivo caracterizado por la tremenda huella hídrica que deja. Algo similar ocurre con los monocultivos forestales de pino o eucalipto, dos especies exóticas”, detalló Wais, especializada en ecología y profesora de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Consultada sobre si estos pasajes repentinos son frecuentes, expresó: “Todo es posible con el cambio climático. Tuvimos tres años de sequía, con bajante extraordinaria del río Paraná, que es nuestra columna vertebral fluvial. Luego un Niño breve y, ahora, vuelve La Niña”.
Estos cambios afectan a la biodiversidad. La bióloga puso como ejemplo a las especies migradoras de aves, cetáceos e insectos ya que “se desorientan”. Y agregó: “También las enfermedades transmitidas por vectores se introducen en latitudes más altas ya que las áreas subtropicales de la Tierra se tropicalizan por el calentamiento global y las templadas se subtropicalizan por el mismo efecto”.