Si las visitas a cementerios antiguos, donde descansan figuras ilustres, son todo un rubro turístico, el parque de Plainpalais, en Ginebra, no es una excepción. En pleno centro de la ciudad, la segunda más importante de Suiza, es un espacio pequeño que casi cuesta encontrar.
Sus tres manzanas se recorren en un ratito y con placer, porque es un lugar único. Íntimo, de recogimiento, de silencio, de pájaros. Si además es un lugar de peregrinación y está en el mapa de los visitantes es porque ahí descansa Jorge Luis Borges. Le hacen compañía Calvino, Jean Piaget, Robert Musil y otro argentino, Ginastera, entre otros ilustres a la altura del nombre: Cementerio de Reyes.
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“Caminé, y de pronto vi un árbol, que me pareció, dadas mis creencias sintoístas, un árbol sagrado. Un árbol maravilloso. Entonces pregunté si se podía hacer ahí”, contó María Kodama sobre el lugar elegido en la muerte del escritor, en 1986; ella tenía 41 años.
“Alguien dijo que ese árbol se llamaba If y yo pensé que había elegido bien porque de algún modo recordaba, aunque no era lo mismo, el poema de Kipling y él adoraba a Kipling. Luego alguien dijo que recordaba a un poema de Theophile Gautier donde se hablaba del If, que era justamente el profesor (Jean Pierre) Bernés que estaba justamente trabajando con Borges para la Pleiade.
Cuando recibo ese poema veo que es una elegía, eso me angustió muchísimo porque pensé que había elegido mal, porque la elegía, si es un árbol que está unido a la idea de la muerte, era lo contrario de lo que yo había querido elegir.
A los pocos meses fui a París y caminando por una calle veo unas tarjetas postales, en esos aparatos donde giran las tarjetas que están en la calle. Y veo una pequeña tarjeta con un dibujo como de libro de botánica. Me acerco y era un horóscopo galo, que está hecho por árboles, y como en los ritos nórdicos, digamos de Islandia, eso es el árbol de la vida, de la permanente renovación, los reyes galos cuando perdían en la batalla se envenenaban con los frutos del If para poder ir con gloria a la eternidad.
Se dice que ese árbol florece sólo en los años impares. Y que da sombra a una de las lápidas más misteriosas y enigmáticas, con su inscripción And Ne Forthedon Na, “Y que no temieran”, sobre un bajo relieve de soldados en pie de guerra. Forman estimulados por esa arenga, la del líder sajón que así les infunde coraje para la batalla. Valentía, coraje, frente a la muerte.
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Si Borges y Kodama decidieron que el escritor fuera enterrado en Ginebra, ciudad que él amaba, a la muerte de esta, en marzo del año pasado, tomaron cuerpo rumores acerca de la posible intención de sus sobrinos (representantes legales de su obra hasta 2056) de iniciar los trámites para una repatriación.
Si bien desde entonces todas las fuentes consultadas por distintos consideran que sería un asunto complicado y que tampoco puede considerarse semejante decisión como parte de herencia alguna. En el Cementerio de la Recoleta descansan los restos mortales de Leonor Acevedo, la madre del escritor, su hermana, su cuñado e Isidoro Suárez, coronel y bisabuelo de Borges.
Y si bien en su testamento legó a su hermana Norah su parte en la bóveda familiar (a Kodama la mayor parte de sus bienes), son diversas las expresiones de deseo, tanto suyas como de su mujer, de quedarse en Suiza, sin intenciones de volver a la Argentina. “Estoy a favor de respetar el deseo de Borges de quedarse en Ginebra”, dice Mariana Kodama, una de las cinco herederas, a TN y a título personal.
El abogado de Kodama, Fernando Soto, declaró enfáticamente, meses después de la muerte de la viuda, que volver con el tema de la repatriación era pasar por encima de su voluntad y faltar el respeto a la decisión de Borges. “María siempre se opuso rotundamente a los intentos de repatriación, como el de la diputada kirchnerista María Beatriz Lenz, en 2009, que fue repudiado incluso por algunos legisladores de su partido y debió ser retirado”, dijo al diario La Nación sobre el proyecto había contado con el apoyo del actual presidente de la Fundación El Libro, Alejandro Vaccaro.
El hombre también se pronunció a favor del nuevo impulso repatriador que expresó Mariana de Torre, hija de Miguel de Torre Borges, nieta de Norah Borges y sobrina nieta de Borges.
Los familiares de Kodama prefieren guardar un perfil bajo, pero se sabe que los sobrinos nietos no van a acudir a la justicia. Y Mariana de Torre, en sintonía con lo que han expresado los especialistas en este tipo de cuestiones legales, dijo que sería necesario probar la voluntad del escritor de ser enterrado en la Recoleta para avanzar con la idea. Se excusó de comentar a TN también el embajador argentino en Suiza, Gustavo Martínez Pandiani, aludiendo a una orden de la cancillería para que los diplomáticos no hablen con la prensa.
En cambio, la alcaldesa electa de Ginebra y actual vice en el gobierno de esa ciudad, Christina Kistos, llega puntual a la cita con este medio en el cementerio de Planpalais. “Hemos escuchado acerca de esos rumores de intenciones de repatriación, pero es algo que quedó ahí y no hemos recibido nunca ningún tipo de demanda —dice a TN—.
Para nosotros, Borges tiene una importancia capital. Es la tumba más visitada del Cementerio de Reyes, por los ginebrinos, por las personas que vienen o tiene vinculación con la Argentina, y por los turistas, pues es una gran figura de la literatura.
Encontramos, además, un montón de pasajes en esa literatura que hablan de Ginebra. Hay una descripción muy conocida que leen muchas personas cuando pasan por el lugar que habitó en la ciudad vieja de Ginebra, y que me gustaría leer. “De todas las ciudades del mundo, de todas las patrias íntimas que un hombre busca merecer en el transcurso de sus viajes, Ginebra me parece la más propicia a la felicidad”.
Todo el mundo viene a ver esa placa conmemorativa, e incluso si alguien no leyó las obras de Borges, y solo lee esa cita, entiende cuánto hace a la marca ginebrina. Y es por esto que Borges está aquí: no solo por todo lo que trajo a Ginebra y al plano internacional, y por el hecho de hablar de Ginebra en algunos de sus escritos y hacer brillar la vida de los ginebrinos fuera de las fronteras. Para nosotros es un gran orgullo. A lo largo de su historia, Ginebra se nutrió y se enriqueció de diferentes pensadores y escritores que vivieron en esta ciudad, y Borges inspiró al mundo entero”.
La placa con el bello poema de Borges para esa ciudad se lee en una esquina donde se indica que en el número 28 de la Grand Rue vivió el escritor. El adolescente Borges estudió en las aulas de la secundaria ginebrina, y acaso la encontró como la ciudad más propicia para la felicidad impulsado por esos recuerdos felices.
En el documental “Borges, el eterno retorno”, de Fernando Flores, el escritor y crítico Héctor Bianciotti refiere al regreso de Borges a Ginebra, ya enfermo y sabiéndose cerca del final de su vida, como un posible desenlace de uno de sus relatos. El regreso al centro de un laberinto de los que le gustaban. En un lugar donde no era conocido y que lo hacía sentir bien.