Tres médicos argentinos se hicieron cargo de asistir a los pasajeros que sufrieron heridas en medio de las turbulencias que sufrió un vuelo de Latam, que se dirigía desde Sidney, Australia, hasta Santiago de Chile.
El dramático momento ocurrió poco tiempo después de que el avión despegara del aeropuerto de Sidney y a poco de aterrizar en el aeropuerto de Auckland, Nueva Zelanda, donde iba a realizar la única escala de todo el viaje.
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“El incidente fue repentino, nadie estaba preparado o avisado de lo que iba a suceder. Varios viajeros y la tripulación golpearon contra el techo del avión”, relató Leonardo Lozada, uno de los médicos argentinos que asistió a los heridos.
En medio de las turbulencias y luego del primer descenso brusco que sufrió el avión, los tres especialistas se pusieron al frente de la atención médica. “Por suerte había un emergentólogo que organizó la prioridad para las situaciones más graves”, explicó.
Dos tripulantes de cabina sufrieron pérdidas de conocimiento parciales, según detalló Lozada, y otra gran cantidad de pasajeros sufrió golpes. Según informó la aerolínea, fueron 12 en total los heridos que tuvieron que recibir asistencia médica en el aeropuerto.
El médico se mostró sorprendido por los pocos elementos que había en el avión para tratar a las personas que habían sufrido golpes. “Hay más elementos para tratar un infarto que una contusión”, remarcó en diálogo con Infobae.
Por ese motivo es que los médicos argentinos debieron improvisar cabestrillos para inmovilizar hombros con los cinturones de seguridad y de esa manera tratar de evitar posibles fracturas de clavículas.
“Hubo heridos leves que ni pasaron por el hospital y muchas personas con ataques de pánico. Por suerte, el vuelo siguió con total normalidad hasta el aterrizaje en Auckland. Fueron unos 40 minutos, pero casi no me di cuenta porque estuve todo el tiempo trabajando para atender a los heridos”, contó Lozada.
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Los pasajeros explicaron a la prensa local que el aparato, un Boeing 787 Dreamliner, perdió altitud rápidamente cuando sobrevolaba el mar de Tasmania y propulsó al techo a todas las personas que no llevaban puesto el cinturón de seguridad.
“El avión cayó en picada”, expresó una joven identificada como Priscilla Waller-Subritzky. La chica contó que estaba viendo una película cuando la aeronave perdió altura y “varios pasajeros y miembros de la tripulación salieron despedidos hacia el techo”. “Me puse en modo de lucha y empecé a saltar y a ayudar en lo que podía, porque la tripulación estaba herida y no podía ayudar”.
La Comisión de Investigación de Accidentes de Transporte de Nueva Zelanda indicó que había sido informada del incidente y que estaba “recabando más información para anunciar una decisión sobre si abrir una investigación”. El incidente también podría ser investigado por las autoridades chilenas si se establece que ocurrió en el espacio aéreo internacional.