Tengo una amiga que se llama Sol y le da pánico volar. Después de la nota con la protagonista de esta historia, le escribí que estaba seguro de que si algún día a ella le tocara volar en el avión de la comandanta Traniela Carle Campolieto, no tendría ningún temor. El poder que hay detrás de sus palabras y de sus hechos le darían a Sol la confianza suficiente para volar y hasta disfrutar del viaje.
Más adelante, les voy a contar más de las cualidades profesionales de Traniela. Solo sabiendo eso, Sol debería poder viajar tranquila, pero vuelvo a la cuestión del poder. Ya sé que estoy metiéndome en un terreno complicado al usar esta palabra, una de las más estudiadas en cualquier lengua, pero el poder que creó a Traniela se puede ver y sentir. No se trata de pensar.
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Traniela forjó su identidad con todo en contra. Imagínense que ella, antes, fue piloto militar, está casada y tiene tres hijas. Tenía mucho para perder: hace 24 años que es pilota de Aerolíneas y hace 11 que es comandanta internacional. Sus 13 mil considerables horas de vuelo son un capital que podría haberse visto deslucido por culpa de un tema que no tiene que ver con su profesión. Pero Traniela apostó todo para ser fiel a sí misma.
Hizo un plan. Casi como una reminiscencia de las prácticas de su profesión, creó un checklist para pasar a ser una mujer transgénero y lo cumplió punto por punto. Ser pilota no es para cualquiera. Se trata de hacer volar un caño con alas de 220 toneladas. Mucho de eso debe haber influido en su personalidad (o al revés) pero esa visión analítica de la difícil tarea que tenía por delante, hizo que todo fluyera sin tanta angustia.
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Por último, el poder de Traniela es circulante. Ella es la primera pilota transgénero en hacer un vuelo internacional, pero la historia no se queda ahí. Todo lo contrario, su ejemplo fluye a través de la sociedad y hoy vuela de un lado para el otro. Este es sólo el primer despegue del closet de un piloto de un Airbus A330-200, pero mañana puede ser el paso de una CEO de una empresa o de una ministra de Infraestructura.
En esta nota de Telenoche, acompañamos a Traniela durante un día. Fuimos al shopping y recordó que cuando le contó a su hija menor que iba a cambiar su identidad, la nena lo primero que le pidió fue salir de compras juntas. Ese tipo de reacción despreocupada es una construcción social cada vez más frecuente, que decisiones valientes como las de Traniela seguirán ayudando a cimentar.
