Hace 20 años que Juan Matías Arnulphi trabaja en el rubro de la gastronomía en Mendoza. Abrió muchos locales a lo largo del tiempo, pero en 2017 una situación familiar lo inspiró a crear algo diferente. A Valentino, su hijo, le diagnosticaron autismo y el mundo se le nubló. Con la noticia se le dispararon un millón de preguntas, entre ellas, si tendría oportunidades en el mundo laboral cuando sea grande. En ese contexto, decidió fundar un café inclusivo, atendido por personas con discapacidad, para que en un futuro tenga la posibilidad de trabajar en un entorno seguro y amigable.
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“No venimos a cambiar la historia, pero si queremos aportar para romper un poco el cascarón. La idea es normalizar y visibilizar que las personas con discapacidad pueden trabajar y ser independientes”, dijo Juan Matías en diálogo con TN.
Todo surgió en 2017. Valentino tenía dos años cuando los médicos indicaron que tenía autismo no verbal. En aquel momento, la desesperación y la falta de respuestas paralizaron a los padres: “Al principio se te baja el telón del teatro y no sabés para dónde ir. Hablar de autismo hoy es mucho más fácil que hace cinco años porque hay más difusión, pero faltaba información y fue difícil afrontarlo”.
“Tenía que tener una respuesta con todo lo necesario para él y la realidad es que costó procesarlo. Uno tiene un ideal como papá y te lo imaginas haciendo cosas que hoy las podrá lograr, pero a otro ritmo. Yo no le pongo un techo, pero si soy realista y lo más importante es que sea feliz”, señaló.
De todas formas, Arnulphi destacó que los diagnósticos de autismo actualmente tienen un mejor pronóstico por los tratamientos y el acompañamiento que se brinda ante estos trastornos.
Mientras Valen crecía y empezaba a interactuar con el mundo, Juan Matías se empezó a cuestionar ciertas cosas. “¿Cómo va a ser todo en un futuro? ¿Va a encontrar trabajo?”, se preguntaba y pensaba qué hacer al respecto. Fue en ese entonces que se le ocurrió crear un local cuyo staff esté integrado por personas con discapacidad.
“Pensé en un café porque ¿quién no se toma un café todos los días? Un momento de encuentro”, planteó. No esperó mucho tiempo para hacerlo porque no pensó solo en su hijo, sino en el puñado de personas que estarían involucradas desde su creación: “Las personas con discapacidad eternamente fueron castigadas con bullying en el colegio, en los trabajos, creyendo que ellos no pueden hacer vida normal. Hoy, así, toman un protagonismo que les corresponde”.
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“Yo soy muy emprendedor, no fue novedad que armara otro proyecto. Tengo casi 21 cafés, pero esto es diferente. Es un café con amor puro, para que el día de mañana mi hijo tenga un lugar para trabajar, con un entorno empático y amigable”, sostuvo. Así nació, en 2021, Café Posible.
El local está ubicado en la zona céntrica de la ciudad de Mendoza: “Un lugar visible con tráfico de transeúntes. La gente entendió el mensaje y nos apoyó mucho. Tengan o no un familiar con discapacidad, muchos clientes se sumaron visitándonos, comprando una gift card o recomendando, todos alientan a un mensaje de inclusión”.
Café Posible, el local atendido por personas con discapacidad
Al principio tenían miedo de cuál sería la reacción, pero abrieron la convocatoria y esperaron a ver qué pasaba: “Cuando se sale del molde puede generar efecto. Te pueden querer o criticar y a nosotros nos quisieron mucho. Vinieron con curiosidad y tuvimos muchos currículums”.
Incorporaron empleados que capacitaron en cada una de las áreas. “Aprenden todo. Se hace un entrenamiento de cada rol y después se van especializando en lo que se sientan más cómodos. Algunos prefieren ir a la bacha, otros en el café. Hay algunos que están más estimulados por la familia y prefieren atención al público, tenemos todos los perfiles”, detalló.
Hasta el momento hay 13 empleados y dentro del staff hay personas con síndrome de down, discapacidad intelectual, discapacidad visual y con autismo. La primera sucursal se abrió en 2021 y luego se montó una segunda, también en una zona del centro mendocino. En los próximos meses abrirá sus puertas una franquicia en Salta.
“Hubo mucho apoyo de las familias. Las familias de las personas con discapacidad son la primera barrera para que la persona pueda salir a trabajar. La realidad es que los padres los protegemos mucho, por eso poder crear un lugar seguro para ellos permite que puedan tener su independencia y su trabajo”, explicó el gastronómico.
El nombre elegido para bautizar el proyecto no es casualidad: “Es que detrás de esto hay mucho amor, mucha superación de barreras, muchos paradigmas, muchos mitos. Es nuestro granito de arena porque tenemos la convicción de que una sociedad más inclusiva es posible”.
Bianca tiene 22 años y tiene discapacidad intelectual. Lleva un año y medio trabajando en Café Posible y esta es su primera experiencia en el mundo laboral: “Me llevo muy bien con mis compañeros, el ambiente es súper bueno y me siento bastante cómoda. Yo no había trabajado antes y me llegó esta posibilidad”.
“Me tratan bien y me hice amiga de todos ahí. Atiendo clientes, limpio y a veces, cuando la encargada está ocupada, también hago café. Me han enseñado un montón de cosas y me encanta ir ahí. Espero que siga”, dice Eugenia de 33 años, que también tiene discapacidad intelectual y trabaja hace un año y medio.
Valentino, que hoy tiene 7 años, visita bastante seguido el local. “Es su zona de confort, un lugar a donde elige ir”, dice su papá, orgulloso del proyecto y del nene, y agrega: “Fue la inspiración, siempre me acompaña”. Cuenta que evoluciona constantemente y trabaja para ello.
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En ese sentido, admitió: “Me anticipé un poco. Uno no puede prevenir los tropiezos, pero sí mejorar lo que pueda para el día de mañana. Como papá, uno los tiene que guiar y acompañar porque todavía falta que haya más empatía de la gente. El día que podamos desarrollarla, tenemos el partido ganado. Por eso, mi manera de hacerlo es dejarle un trabajo, gente que lo quiera y sobre todo dejarle este ejemplo de que las cosas se pueden lograr”.
“Tengo mucha fe y solo espero su felicidad. No quiero que sienta presiones, no hay que llegar a ninguna meta. Que si le gusta el café continúe el proyecto y si le gustan las plantas que tenga un vivero. Pero me gustaría que sea feliz y que la sociedad lo respete”, deseó en voz alta Juan Matías.