Antes de que la idea de un tambo apareciera en el horizonte de la familia de Cristina Coggiola, su abuela ya ordeñaba.
La mujer, afincada con su esposo en un campo en Colonia Prosperidad, en el límite entre las provincias de Córdoba y Santa Fe, se puso el proyecto al hombro y con el paso del tiempo, aquella primera vaca se transformó en muchas más, y toda la familia pasó a vivir del proyecto.
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Lo hicieron durante más de 70 años, hasta que la situación del sector se les hizo insostenible y tuvieron que cerrar.
Cristina contó su dolor de perder la empresa que habían puesto en pie sus abuelos en un posteo en Facebook, en el que explicaba la angustia de ver cómo las vacas se fueron en un camión luego de ser vendidas, y el tambo quedaba en silencio.
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Su historia es solo una más de muchas parecidas. El año pasado, cientos de tambos tuvieron que cerrar, acorralados por la sequía y las malas condiciones económicas para el sector. Cristina hizo todo lo posible por resistir, hasta que tuvo que decir basta.
