En cada una de las esquinas de la Plaza Moreno, ubicada frente a la Catedral de La Plata, se encuentran ubicadas una serie de estatuas conocidas como “las cuatro estaciones”. Poco se habla de la belleza de estas obras de arte, pero sí del mito urbano que se esconde detrás de ellas.
Se trata de una leyenda que comenzó a construirse en la década del 90. Dice que las esculturas, que simbolizan las estaciones del año y aparentemente fueron colocadas por los masones, les hacen “cuernitos” a la iglesia como una forma de ofensa.
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“Antes los cuernos no eran vistos como algo malvado, sino lo contrario”, le dijo a TN el investigador y escritor platense Nicolás Colombo, quien aseguró que es uno de los dichos más antiguos de la ciudad.
Si las personas que pasan caminando por el lugar las observan al detalle, van a notar que tienen los dedos doblados. “Eso les llama la atención”, continuó Colombo.
La más vistosa es la de invierno -situada en cercanías de la esquina de 14 y 51- por la forma en la que una de sus manos parece hacer cuernos. “La otra (mano) sostiene una ánfora con fuego”, añadió. Es decir que se está dando calor porque hace frío, y el gesto, algo polémico, sería para que no se apague la llama.
Esta creencia se construyó de “boca a boca” y es difícil asegurar que verdaderamente el gesto es contra la institución religiosa. “Son mitos urbanos, la Iglesia siempre se mantuvo lejos”, comentó el escritor.
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Lo que sí está claro es que hay muchas teorías alrededor de ellas. Algunos dicen que su colocación tuvo que ver con ideas de los masones, quienes supuestamente estaban enemistados con la Iglesia, algo que fue desmentido por Colombo.
“Un escritor salió diciendo que eran todos símbolos satánicos, él era antimasónico y tenía esas ideas. No solo criticaba a estas estatuas, criticaba a otras también”, sumó.
Las estatuas fueron traídas desde Francia
En 1892 las esculturas se fabricaron en Francia y son obra del escultor Mathurin Moreau. En 1942 se colocaron en la Plaza Moreno adquiridas por las autoridades municipales locales. Sin embargo, no siempre estuvieron en el mismo lugar.
Al comienzo estaban mirando hacia otro lado, pero en la década del 40 las cambiaron -siempre dentro de la emblemática plaza- y quedaron como están ahora, mirando hacia el templo.
En 1943, la plaza fue remodelada y a las estatuas se les sumó una fuente de agua. Algo más innovador es el código QR que está en el suelo, por debajo de cada una de las esculturas.
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Pese a que no funciona y lleva a una página desconocida, hace suponer que contaría una breve historia de cada una de “Las cuatro estaciones”.
En total, se repartieron 40 copias de estas estatuas por todo el mundo, según contó Colombo. Esto quiere decir que podemos encontrar las mismas en otras ciudades, aunque no podemos determinar si sus manos comparten el mismo significado.