El lateral del Alcorta Shopping, uno de los más caros de Buenos Aires, es el lugar donde se mezclan las dos caras de la sociedad: por un lado la clase alta que paga hasta cinco cifras por una prenda; por el otro el rebusque, los cartoneros que día a día salen en búsqueda del sustento.
No es casual que esto suceda, Jerónimo Salguero, entre Figueroa Alcorta y Padre Mujica, es el único paso que tienen quienes van del Barrio a 31 a Palermo. La otra arteria es la zona de terminales de trenes de la estación Retiro.
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Este paso reúne a miles de automóviles queriendo subir a la autopista y quienes salen y entran a la villa vendiendo cartones, cobre, bronce y otros tesoros que les darán el pan de cada día. Lo que convierte al Paseo Alcorta en el “Paseo del carro” dicho por los propios cartoneros.
“Este es el paseo del carro, todos los días cruzamos por acá. Porque sino tenemos que irnos hasta Retiro y nos queda muy lejos”, cuenta un carrero que viene con su rejunte del día rumbo al galpón que se lo va a comprar.
El rebusque es algo que hemos mostrado miles de veces y no deja de sorprendernos. Esta vez la imagen funde ambos lados de la sociedad. La más rica y opulenta y los que suman a ese más de 47% de pobreza que mide el Indec.
“Yo laburaba en gastronomía, trabajaba en cocina. Pero con la pandemia me quedé sin laburo y no me quedó otra que salir a cartonear” Este muchacho se vio obligado a cambiar de rubro para poder darle de comer a su beba de dos años. La que lleva a cartonear junto con su mujer.
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“Salimos anoche y estamos volviendo ahora a vender. De acá caminamos 15 cuadras hasta el galpón para venderlo. Lo que ganaba, ponele en tres días en gastronomía, hoy lo gano en un buen día cartoneando. Si llegamos a levantar cobre o cualquier metal sacamos la lotería”.
El metal es el tesoro más preciado por ellos, ya que mientras que al cartón lo venden a $27 o $30 el kilogramo, el metal puede llegar a valer hasta $1500 o $2000. Lo que hace que, por ejemplo un aire acondicionado tirado a un contenedor simbolice la venta de tres días de cartón.
¿Cuántos cruzarán día a día por este paso? ¿Cuantos entrarán al shopping sin saber que tan solo a media cuadra está la Villa 31?
Las realidades no siempre se mezclan. Acá lo hacen todo el tiempo y pasan desarpercibidas.