La tortilla asada es una receta tradicional del norte argentino, como también lo son las empanadas. Cada provincia tiene la suya, pero alguna es la más popular, y en este caso, se trata de la “Tortilla santiagueña”. Aún así, la realidad es que harina, grasa, sal y agua son los ingredientes estrella en las rutas del conurbano.
Un alimento rico y barato que resulta el engaño perfecto para el apetito del laburante, del argentino a pie. En el conurbano bonaerense, es fácil encontrar un puesto donde las vendan y, con el correr de la crisis, parecen multiplicarse.
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“Hoy en día es el rebusque de la persona que no tiene trabajo”, expresó un vendedor.
Los jubilados que no llegan a fin de mes o el tipo que se quedó sin laburo y tiene que mantener a su familia, quizás encuentra en las tortillas un rebusque para salir adelante. Encuentra en la harina un sostén; pero con la inflación se la hace difícil.
“¿Cómo le explicás a la gente que le tenés que subir el precio todos los días? No te entienden”, dijo una puestera.
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La lucha contra la suba de precios es día a día, sobre todo con la harina. Los vendedores, que tienen una clientela fija y no quieren matarlos con el precio, tienen que hacer malabares para seguir teniendo una ganancia.
“Les voy sacando un poquito de masa a cada una y con lo que hacía tres tortillas ahora hago cinco, es la única forma”, asegura otro.
Con la inflación comiéndole los talones al laburante, los ‘tortilleros’, empezaron a notar hace un tiempo que algunos clientes no solo les compraban las tortillas para la merienda o el desayuno. “Andan todos con lo justo. La tortilla, que es de los mates, para algunos pasa a ser la cena, porque está complicado”, cerró un vendedor.
