A sus 52 años, Carla Valeria Rivero cumplió uno de sus sueños más anhelados: llegar a ser directora de una escuela. Toda su vida se dedicó a la docencia y no se imagina fuera de alguna institución. La escuela pública la vio crecer, transicionar de género, ser en libertad. Este mes se convirtió en la primera persona trans en estar al frente de una escuela de Rosario.
“Seño, ¿cuándo va a volver?”. Mientras narra su vida y obra en diálogo con TN, en el fondo se escuchan las voces de los estudiantes. Entró a la escuela Nº 79 “República del Paraguay” de Tiro Suizo a las 7 de la mañana y, aunque son pasadas las 16, continúa en la institución. Cada tanto, la charla se interrumpe, ella saluda a un estudiante o colega, o vienen a hablarle. Al alumno que le pregunta por su regreso al aula, le responde: ”No sé, todavía no”, y aclara: ”Me preguntan cuando vuelvo a dar clases al aula, porque ahora que estoy en este cargo tengo otras ocupaciones”.
Carla sostuvo que la escuela, para ella siempre “fue un lugar y hábitat de contención, de amor”. Contó que pudo transicionar dentro de la escuela pública. “Ese mismo lugar que a mí me cobijó fue el que a mis compañeras las excluyó”, aseguró consciente de su privilegio. Sabe de las posibilidades que tuvo, del apoyo de su madre. En la escuela nunca vivió la discriminación y el odio, que si lo recibió en la calle. “A la violencia nunca la sufrí en la escuela, siempre vino desde lo social, en las calles, en los boliches a los que no podíamos ir porque nos metían presas por bailar”, indicó.
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Cuando Carla terminó la escuela secundaria, había decidido estudiar Derecho, pero al poco tiempo cayó en la cuenta de que no era la carrera adecuada para ella. “Yo necesitaba estudiar, pero también trabajar, y me encontré con la docencia, ya que un amigo profesor me lo recomendó”, rememoró Carla, que por ese entonces aún no había transicionado.
A los tres meses de iniciar la carrera de docente, comenzó a realizar reemplazos. Desde ese momento, nunca dejó de habitar la escuela. “Siempre estuve más tiempo acá que en mi casa”, añadió. En 1997, se hizo los pechos. “Nadie hablaba de la identidad de género y en ese momento yo era el profesor que se puso las tetas”, recordó. Sin embargo, aclaró que nunca recibió burlas ni maltratos. “Era muy transgresor lo que estaba haciendo, pero ya estaba dentro del sistema, ¿quién me iba a echar?”, señaló.
En ese momento, la docente no era del todo consiente de lo que significaban sus pasos dentro de la educación. Ahora sí lo es: “Es largo el camino, ahora que lo miro en retrospectiva, lo entiendo, éramos pioneras porque ahora se habla de transición y se usa la palabra, hace 30 años esto era impensado”. Carla relató que su cambio de identidad dentro de la escuela fue un proceso orgánico, lento: “Yo me iba agregando cosas, como si me fuera agregando elementos a un outfit”.
La docencia, su vida
Carla lo repite siempre: ama la docencia y no se imagina una vida fuera de la escuela. Hace 28 años que se mueve en el ámbito escolar. La primera clase que dio fue un reemplazo en el cuarto grado de una escuela de Villa Gobernador Gálvez. “Entré y los alumnos se tiraban los ravioles, porque se traían la comida”, recordó y confesó que en ese momento pensó que esta carrera no era para ella.
Una charla con una colega la ayudó a mejorar su relación con los alumnos. Ella le enseñó el valor de la gestualidad con los chicos. Desde entonces no tuvo demasiados inconvenientes. “En el momento que comencé a trabajar no tenía mucho más de 20 años y había algunos estudiantes con sobre-edad, por lo que no nos llevábamos tantos años”, explicó. Por tal motivo, pudo crear vínculos gratos desde el comienzo.
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Ahora varios de los alumnos de Carla ya son adultos y llevan adelante sus vidas. Algunos son hasta abuelos. “Me cruzo muchos exalumnos y todos me recuerdan como una buena docente, se llevaron buenas enseñanzas de mi parte porque siempre fomenté la humildad y el amor”, destacó. “Uno puede enseñar lo que sea, pero lo primordial es ser buenas personas”, afirmó.
La dirección
Durante abril, Carla quedó a cargo del reemplazo en la dirección de la escuela Nº 79 “República del Paraguay” de Tiro Suizo de Rosario. Es la misma institución en la que ya se desempeñaba como docente. Si bien soñaba con ocupar ese cargo en algún momento porque significaría un paso más en su carrera, no se lo esperaba.
“Hay un orden de mérito que es una especie de lista en la que las y los docentes estamos”, detalló Carla. Para el reemplazo de la dirección, ella estaba Nº15 en el escalafón por lo que no esperaba el ofrecimiento. Pero la suerte, el destino y todos los años de esfuerzo la ayudaron. “Había unas cinco personas que yo sabía que no podían o no querían tomar el cargo por diferentes cuestiones, pero cuando llegaron cerca de la décima y dijo que no, comencé a tener algo de esperanzas”, expresó.
El 22 de marzo a las 12.10, mientras se preparaba para ir a la escuela a dar clases, sonó el teléfono y recibió el llamado que tanto esperaba. Era la supervisora que le ofrecía hacerse cargo de la dirección, al menos por un mes. Carla no lo dudó. Cuando llegó a la escuela, sus compañeras ya la estaban esperando en la puerta. “Me aplaudieron y hablamos, yo les dije que quería que fuera una gestión democrática, donde nos escuchemos, haya diálogo y le demos importancia a la palabra”, recordó.
Ahora ya está a punto de cumplir un mes de trabajo y estima que su reemplazo se extenderá. Tiene mucho trabajo y le dedica muchas horas al día. Lo justifica diciendo que es una escuela grande con 516 alumnos y dos turnos, pero lo que la mantiene en constante trabajo es su amor por lo que hace.
Además de trabajar en la escuela, continúa con su militancia y la coordinación del equipo técnico en el primer secundario para alumnos travestis-trans y disidentes en Rosario, que se creó en 2021. “Es un espacio donde aprendo mucho, ejercito la escucha y la palabra”, aseguró.
Un puesto que fue noticia
La gran repercusión de su ocupación del cargo en la dirección, a Carla la sorprendió al principio. “No pensé que podía tener tanta relevancia que una persona trans ocupara la dirección, porque me parecía que ya no era noticia que nosotras ocupemos estos lugares, yo creía que ya era algo socializado”, explicó. Un amigo la convenció de publicar su logro en redes sociales y en ese momento comenzó a hablar con los medios y recibir mensajes de conocidos y desconocidos.
“Al final me di cuenta de que sí era necesario porque hay gente que ni siquiera se lo imagina”, añadió. Hoy, Carla decide contar su historia para visibilizar, para que su logro no sea solo personal, sino colectivo.
Para la sociedad, Carla es un ejemplo de visibilización y de lucha, pero el lugar en donde deja sus mayores enseñanzas es en la escuela, en la vida diaria. La docente remarcó la importancia de la Educación Sexual Integral en la escuela. “En muchos casos se pasa por alto o no se da”, indicó. En su caso, trata de tomarse una clase del mes para hablar de ESI. “Lo que se busca es que sea transversal y atraviese todos los contenidos, pero en varias ocasiones termina quedando afuera por falta de tiempo, espacio o porque los otros contenidos se priorizan”, advirtió. Por eso, a ella le parece bien brindarle un tiempo específico.
Tanto en la escuela, como en los espacios externos que ocupa, Carla tiene un mensaje claro para dejar: la clave está en el afecto. “Hoy la escuela está amenazada, afuera hay violencia, pero este sigue siendo el espacio para los adolescentes y niños”, sostuvo.
Actualmente, trabaja unas once horas en la escuela, pero lo hace “feliz y contenta”. “Mi cabeza gira en torno a la escuela”, dijo y aseguró que no ve un fin a su carrera por el momento. La docente sabe que ocupar el puesto de la dirección es uno de sus mayores logros personales, pero también reconoce que es parte de una lucha más amplia, por un mundo más equitativo, humano y justo. “Sin lucha, nosotras no logramos nada”, dijo y aclaró: “Una travesti en una institución está siempre resistiendo, desde el momento en que pone el pie en la escuela, lo está haciendo”.