En octubre de 2013, Camila Brusotti entró al hospital de San Juan (Cimyn) en grave estado. En septiembre de 2000, Nicolás Flores tuvo un accidente de tránsito que lo dejó al borde la muerte. En ese momento, tenían ocho años y 11 meses respectivamente. Hasta acá dos sucesos aislados que tiempo después se unieron porque los familiares de ambos le rezaron a un cura cordobés y salvaron sus vidas. Desde entonces son conocidos como los chicos del milagro del cura Brochero y sus casos enmudecieron a la ciencia.
Después de un largo proceso de investigación la iglesia comprobó los dos milagros y el Papa Francisco canonizó en octubre de 2016 durante una misa en la Plaza San Pedro, al sacerdote José Gabriel Brochero (1840-1914), convirtiéndolo en el primer santo que nació, vivió y murió en Argentina.
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La historia de Nicolás Flores, el primer milagro del cura Brochero
El 28 de septiembre de 2000, Nicolás Flores, que tenía 11 meses, viajaba en auto junto con su familia hacia Mina Clavero, Córdoba, donde tenían pensado pasar el fin de semana. En la ruta 34, en Falda del Cañete, una camioneta sin luces se cruzó de carril y embistió el vehículo en el que vijaban él, su mamá Sandra, su papá Osvaldo y sus abuelos.
“Nico había empezado a caminar y queríamos mostrárselo a sus abuelos. Por eso fuimos en el auto de mi papá (nosotros no teníamos) que era el que manejaba al momento del accidente. A su lado iba mi marido y atrás íbamos mi mamá y yo con Nico a upa”, recordó Sandra Violino, mamá de Nicolás, en diálogo con TN.
En ese momento todo fue oscuridad, incertidumbre, desesperación y pánico. Si bien la mujer no recuerda nada de lo que pasó tras el impacto, relata en detalle lo que sucedió a través de lo que le contó su marido.
“Mi papá murió en el acto, mi marido fue el único ileso y Nico terminó muy lastimado. Creo que se golpeó contra el parante del auto y el asiento de adelante. Del otro vehículo murieron dos personas”, detalló.
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Tras el accidente llegaron al lugar los bomberos que fueron los encargados de rescatar a los heridos y después las ambulancias. “También llegó una chica llamada Analía que auxilió a Nico. En ese momento mi hijo sufrió el primer paro cardíaco. Los otros fueron en la ambulancia y en el hospital”.
Nicolás fue el que sufrió las heridas de mayor gravedad. Fue operado y los médicos le dieron pocas esperanzas de vida. Sin embargo, aferrado a la fe, Osvaldo le encomendó su hijo al cura Brochero. Lo cierto es que a los 30 días, el bebé recibió el alta.
“El neurocirujano nos dijo que era un milagro y nos pidió que le diéramos mucho amor. En la cama donde estaba pusimos una estampita del cura Brochero. Mi hijo no hacía nada. No tenía expresión en la cara, sólo deglutía y se le caían las lágrimas. Poco tiempo después de recibir el alta lo llevamos a un centro de rehabilitación donde empezó el camino de la recuperación”, recordó Sandra.
Nicolás no tuvo problemas para estudiar, terminó la primaria, el secundario y aún no decidió si seguirá estudiando.
El vínculo de esta familia con Brochero se remonta a muchos años atrás, porque los bisabuelos de Sandra ayudaron al, en ese entonces cura, con la construcción de una capilla en Traslasierra, en Córdoba.
Nicolás tiene 23 años y actualmente está realizando una pasantía en el Municipio de la localidad de cura Brochero. En diálogo con TN, dijo que a pesar de ser el primer milagro de Brochero no se siente especial.
El joven viajó a Roma para la canonización de Brochero, y recuerda ese momento como algo emocionante. “Mi familia y yo llevamos las ofrendas hasta el altar donde estaba el Papa Francisco que nos dio la bendición. Nunca me voy a olvidar de ese día porque fue muy emocionante para nosotros. Yo se lo que me pasó, porque mis papás me lo fueron contando”.
Además, el joven contó que conoció a Camila Brusotti, la otra nena del milagro adjudicado a Brochero. “No me siento especial por lo que me pasó, porque no soy el único milagro de Brochero”.
Para finalizar Sandra explicó que a su hijo le quedaron algunas secuelas motrices. “A veces le cuesta armar alguna frase, pero se le entiende bien lo que quiere decir. Estoy convencida de que a través de los años, Brochero hizo pequeños milagros que acompañaron a Nicolás en el camino de su recuperación”.
Camila Brusotti, la nena del segundo milagro de Brochero
El 30 de octubre de 2013, Camila Brusotti entró en grave estado al hospital de San Juan después de haber sufrido una brutal golpiza. El pronóstico más alentador era que quedaría en estado vegetativo y solo cabía esperar un milagro.
La nena, que en ese entonces tenía ocho años, fue llevada por su madre y su padrastro, quienes dijeron a los médicos que se había caído de un caballo. Tras revisarla, los profesionales hallaron hematomas y heridas de vieja data, por lo que presumieron que la nena era golpeada e hicieron la denuncia.
Javier, el padre de la nena, se enteró días después de la situación desesperante en la que estaba su hija, al igual que el resto de la familia. “Con mi exesposa nos habíamos separado hacía un tiempo. Y por el régimen de visitas que estableció la justicia yo no podía verla muy seguido. Es más, antes de que la internaran hacía bastante que no estaba conmigo por decisión de su madre. Sospecho que hizo eso porque Camila ya era golpeada y ella quería ocultarla”, detalló el hombre en diálogo con TN.
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Con respecto a la gravedad del cuadro de su hija recordó que los médicos le dijeron que tenía entre 48 y 72 horas de vida: “En ese momento le empecé a pedir a Brochero y Marina, la abuela de Camila, también”. El caso de la nena movilizó a todo San Juan donde además se hicieron cadenas de oración.
Con angustia, Javier recordó que pasadas esas 72 horas, si bien Camila seguía viva, no tenía mejoría. “Yo la acompañé siempre. La madre también podía entrar a verla a la habitación del hospital hasta que le prohibieron la entrada porque a través de las máquinas a las que estaba conectada, los profesionales se dieron cuenta que cuando veía a su mamá se ponía nerviosa”, detalló.
Lo cierto es que poco tiempo después Camila recibió el alta, y los médicos hablaron de milagro. Inmediatamente empezó la rehablitación y en la actualidad cursa el quinto año del secundario. Vive con su papá y no volvió a tener contacto con su mamá que el año pasado recuperó la libertad luego de estar presa.
“Si bien mi caso fue un milagro no me siento especial”, dijo la adolescente de 17 años en diálogo con TN. Y quiere seguir estudiando canto y baile, sus dos pasiones. Entre risas contó que no tiene novio y detalló: “con mis amigas vamos al centro comercial a pasear y no puedo ir a bailar porque soy menor de edad”.
Emocionada dijo que es consciente de lo que vivió y está agradecida con su papá y sus abuelos, Marina y Raúl, que fueron los primerom en rezarle a Brochero para que pudiera salir del hospital. “Brochero los escuchó”, dijo convencida.
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Como parte de la rehabilitación, Camila va a la pileta y al gimnasio para recuperar la motricidad. “Estas fueron las secuelas que le dejaron las golpizas. Además, visita a un neurólogo y tiene cierta inmadurez, pero está bien en lo cognitivo. Yo la veo feliz y contenta la mayor parte del tiempo y eso me llena el alma”, explicó Javier.
Las condenas a la mamá de Camila y a su padrastro
Alejandra Ríos y Pedro Oris, fueron condenados en primera instancia a seis y nueve años de prisión. Pero, años después la Corte de Justicia de San Juan aumentó las condenas a casi el doble.
De esta manera, el tribunal integrado por los ministros Adolfo Caballero, Ángel Medina Pala y José Soria Vega subió de seis a 10 los años de condena a Ríos y de nueve a 17 los que le habían aplicado a Oris en un juicio oral previo.
La condena original a Oris fue por el delito de lesiones gravísimas, agravadas por el vínculo y por violencia de género; lesiones leves agravadas; pero la Corte de San Juan agregó la figura de abandono de persona en grado de co-autor junto a la madre de la niña.
En el caso de Ríos, el máximo tribunal local consideró que la condena previa no tuvo en cuenta correctamente todas las aristas de las penas y sólo evaluó los aspectos favorables y no los agravantes, tales como la edad de la menor, la situación de maltrato y la gravedad en la salud de la niña por los golpes recibidos, por lo que elevó la pena.
Javier contó que Camila no volvió a ver a su mamá y que es muy respetuoso con la decisión de su hija. “Cada tanto la nombra, pero si ella me pide verla yo voy a acceder porque no sembré odio en mi hija. Ella sabrá si la perdonó o no. A mí me cuesta perdonarla y considero que debería estar presa de por vida”, enfatizó.
Camila y Nicolás estuvieron en Roma en la ceremonia de canonización de Brochero
Brochero fue beatificado en septiembre de 2013 y canonizado en octubre de 2016. Camila y Nicolás cumplieron el deseo de asistir a la ceremonia que encabezó el Papa Francisco en el Vaticano.
Ambos viajaron con sus familias y recuerdan ese momento como muy emocionante. Javier contó que su hija llevó muchas cartas de sus compañeros que le entregó al Papa Franciso, y él prometió leerlas. “Camila le dijo al Papa que quería que no le pasara a nadie las cosas que le habían pasado a ella. Estuvimos unos 15 minutos con él, fue un momento muy emocionante para todos y nos regaló rosarios bendecidos”, concluyó.