Las películas de terror tienen fanáticos de muchos niveles, pero el de Martín es un caso casi extremo: manda fabricar réplicas en tamaño real de los protagonistas de sus películas favoritas. Siempre con el horror como guía y con un realismo asombroso.
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El mundo del merchandising (como se llama a los objetos a la venta relacionados con una película, por ejemplo) es fascinante. Pero siempre se puede avanzar un poco más. Hay un galpón en una quinta del sur del Gran Buenos Aires donde nadie querría entrar sin haber sido invitado. Es el lugar en el que Martín Echenausi guarda su colección de muñecos de películas de terror. El detalle es el tamaño: son en escala real. Con vestimenta, armas y accesorios a tono.
Allí están, tan altos o bajos o gordos o flacos, según los ha mostrado el cine, Jason de Martes 13, Michael Myers de Halloween, la niña poseída de El Exorcista o el mismísimo Freddy Krueger de la serie Pesadilla, entre muchos otros íconos del horror del siglo XX.
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Martín confiesa que antes los había tenido a todos en escala pequeña, muñecos de vitrina, pero entre risas agrega que no asustaban a nadie. Entonces decidió ir por todo. Se contactó con un equipo de artesanos y allí están ahora, asustando a los visitantes: su propio equipo de asesinos cinematográficos en tamaño real. Porque si el terror no asustara, ¿por qué nos acercaríamos a él?
