Plaza Miserere, en el barrio de Once, es el lugar donde todos van y vienen, pero algunos se quedan. Un hotel sin estrellas con un monumento a Rivadavia que hace las veces de suite.
Cada vez más gente vive en las calles, y está plaza no es la excepción. “Ahora se ve más gente joven, con chicos, viviendo en la calle”, expresó un laburante quien espera el bondi todos los días allí.
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Cuando cae la noche, todos buscan su lugar para resguardarse. La lluvia, a veces, hace esta tarea mucho más difícil, obligando a esta gente a buscar su lugar bajo las paradas de bondi o en la entrada del subte.
“Es gente que no tiene donde quedarse y si encuentran un resquicio para meterse, se meten “, comentó otro de quienes pasa frecuentemente por la plaza.
De todos los lugares que la Miserere, hay uno que es como el VIP. El monumento a Rivadavia es el lugar más resguardado pero el más difícil de acceder por el enrejado que le pusieron. Sin embargo, hay quienes viven ahí. Junto a las cenizas del expresidente Bernardino Rivadavia.
“En el monumento viven cuatro familias. De cada lado hay como una pieza”, expresó una mujer que también vive en la plaza.
Ella siente un cariño muy grande por “su gente”, por aquellos que están en su misma situación y comparten el día a día en la Miserere. “La plaza es una familia, somos todos unidos. Hay veces que viene gente de otro sitio a buscar lío y entre todos nos defendemos”, expresó.
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Además, trabaja en un restaurante de comida peruana y, cada vez que puede le trae comida a sus amigos de la Miserere. “Se me caen las lágrimas cuando los veo comer a ellos, porque hoy en día no es fácil conseguir un plato de comida”, remató.
