Era una mañana como cualquier otra en la escuela Manuel Belgrano de Arroyito, a 125 kilómetros de Córdoba capital. Joaquín nunca le había prestado atención a su compañero de grado, Josué, que se sentaba adelante en el aula. Ese día de mayo, se dio cuenta de que el nene, de 9 años como él, tenía los anteojos pegados con cinta y atados con alambre.
Desde ese momento, no pudo sacar de su cabeza la idea de ayudarlo. Cuando regresó a casa después de clases, le dijo a su papá Gabriel que tenían que hacer algo. “Me enteré de que tenía mal los anteojos y le pedí ayuda a papá para conseguirle unos lentes nuevos”, explica Joaquín.
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Juntos hicieron un video sin demasiadas expectativas de conseguir su cometido. “Lo lanzamos como una campaña doméstica y explotó. La idea de Joaquín era salir por el barrio con una cajita de cartón con la cara de Josué para recaudar plata para comprarle los anteojos que tienen un valor de 50 mil pesos. Lo que pasó después fue una catarata de solidaridad”, explica Gabriel Ferace.
“Difundimos el número de una cuenta para que quienes quisieran pudieran colaborar. Se contactaron de todas partes para ayudar. Eso hizo que además nos llamaran de diferentes medios - ncluso de otros países- para hacernos notas. Fue muy conmovedor todo lo que se generó y cómo se movilizaron los niños detrás de unas simples gafas”, sostiene el papá de Joaquín.
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Para arrancar la campaña, Joaco decidió destinar sus ahorros- cuatro mil pesos - para impulsar la solidaridad-. Eso generó un efecto contagio no solo de los adultos sino también de otros chicos de Arroyito quisieron colaborar. “Me preguntaban cuánto hacía falta, querían donar sus ahorros y yo les decía que con lo que pudieran ayudar, era suficiente”, detalla Joaquín.
Los anteojos llegaron inmediatamente después de que se conoció el video. Una óptica local se los regaló a Josué. Mientras el video se hacía cada vez más viral, de diferentes partes de la Argentina llegaban colaboraciones. “En un momento determinado, después de poder ayudar a Josué con otras cosas que necesitaba, decidí con la autorización de la mamá Beatriz cerrar la cuenta”, sostiene Gabriel.
Con lo recaudado, la familia de Josué pudo irse de vacaciones, por primera vez en su vida, unos días a las Cataratas. Compraron un televisor para la escuela y todos los compañeros de quinto grado fueron al cine invitados por el nene. “Donde hay una necesidad de un anteojo, hay otras necesidades que no están cubiertas. Hablamos de ropa, útiles escolares, calzado, ropa deportiva y otros temas que con el dinero recaudado se solucionaron entonces se solucionaron”.
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“Además, Beatriz decidió ceder parte de lo recaudado para ayudar a otras familias de la ciudad que también necesitaban dinero”, agrega el padre de Joaquín.
Lentes nuevos y más seguridad
Tanto Beatriz como Gabriel creen que toda la movida solidaria ayudó a Josué a ser un niño más seguro de sí mismo: “Era tímido e introvertido. El típico que se sienta en el primer banco por su problema de vista y que por ahí, son esos chicos invisibles que hay en las aulas”, destalla Gabriel.
“La realidad cambió por completo para él. En los últimos días, me encontré con otro Josué. Le cambió la vida a él, a la mamá y a los abuelos”, se entusiasma.
En ese sentido, Gabriel explica que quizás “el transfondo de los anteojos ha liberado miedos y ataduras. Ahora va por todos lados y todos saben su nombre. La gente de la ciudad lo saluda”.
Beatriz, por su parte, sostiene: “Nos cambió mucho la vida tanto a Josué, a mis viejos con quienes vivimos y a mí. Es lindo todo lo que hemos recibido. Con verlo feliz a él, yo soy feliz. Desde que lo tengo en la panza, ese siempre fue mi único deseo”.
De compañeros a amigos después de un video viral y una catarata de solidaridad
Tanto en el video que se viralizó como durante las notas que dieron los chicos en mayo, siempre recalcaban que ellos eran compañeros de grado. “Mi compañero de quinto grado, Josué, está necesitando anteojos nuevos. El tiene un problema en la vista y necesita unos nuevos. Los que usa están rotos hace mucho tiempo”, aclaraba Joaquín sobre su vínculo hace tres meses.
Hoy, después de todo lo que vivieron juntos, la historia y su relación cambió. “Antes cuando estábamos en el aula, con Josué éramos solamente compañeros. Después de que pasó todo esto de los anteojos, nos hicimos amigos”, sostiene Joaquín.
Por su parte, Josué afirma que la relación con Joaquín es otra. Se preparan para ir a su primer campamento juntos y planean cuándo irán con el resto del grupo de amigos a andar en bicicleta. “Le voy a estar siempre muy agradecido a Joaquín por todo lo que hizo. Lo quiero mucho y lo considero mi amigo”, resume Josué.