De la noche a la mañana una cuenta en redes sociales saltó de los 50.000 a los 750.000 seguidores y un taller modesto se convirtió en una fábrica gigante. En medio un remolino de buenas ideas, fuerza de voluntad, críticas impiadosas y mucha energía se puede alcanzar un éxito jamás pensado.
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Una fusión inesperada entre el clásico motorhome y el moderno Tik Tok tiene hoy a un padre y su hija como los protagonistas de una historia de película.
“¿Nos vamos para casa ya? Es tarde”, le dijo Luis. Eran las 9 de la noche y en el taller Ailín grababa la última parte de un video. Un día más. Un video más. Una vuelta a casa más. Los Lescano, padre e hija, cenaron con el resto de la familia y todos se dijeron hasta mañana. Ailín editó el video, lo publicó y apagó la luz de su habitación. Ahí empezó todo, mientras todos dormían.
El algoritmo hizo unos malabares extraños durante la madrugada y como las redes mantienen una dinámica impensada, la mañana siguiente Ailín amaneció convertida en tiktoker. El video se había multiplicado por decenas, cientos, miles y nada volvió a ser igual para esta licenciada en Ciencias Sociales de 22 años.
“¿Qué tenía el video? Es difícil saberlo porque en general pasa todo lo contrario a lo que te imaginás: cuando crees que va a explotar no lo mira nadie, pero cuando no le tenés mucha fe se hace viral”, reflexiona Ailín, que se mueve con soltura en el mundo digital, pero no es capaz de descifrar el fenómeno.
En ese video, que al día de la publicación de esta nota lleva 30.200.000 visualizaciones, ella desarma un micro de línea, sola. Está prolijamente filmado, combina la velocidad acelerada con detalles de su estética, en su voz en off habla fácil y claro, se la ve casi siempre en primer plano con herramientas en la mano, justifica el uso de su remera blanca y cuenta que las partes en desuso las donaron a un cuartel de bomberos.
Mientras 10.000 personas ya compartieron el video y otras 15.000 opinaron sobre el contenido, ella ensaya una teoría: “Quizás la cantidad de comentarios machistas lo hicieron viral; que yo sola no había podido hacerlo, que mis (uñas) esculpidas, que mi pelo largo. Todo sumó”.
Un cambio de rumbo
La joven dijo adiós a la oficina que había usado como búnker para capacitarse en Marketing digital y desarrollo de páginas web, y puso toda la energía en otra dirección: tenderle una mano a papá Gigi (Luis para muy pocos), que había decidido hacer su primer motorhome como hobby para usar el tiempo libre mientras el taller mecánico apenas sobrevivía.
“Cuando empezaron a aparecer los primeros clientes que querían hacerse un motorhome porque habían visto mis videos yo no lo podía creer. El primer día que pasó, llegué a casa y me puse a llorar”, recuerda.
Todo pasó muy rápido a partir de allí. Desde la venta de la casa familiar para comprar el primer galpón/fábrica, hasta el alquiler de uno de sus motorhomes de lujo por parte de Robert De Niro y su producción en Argentina, pasando por una inversión millonaria que acaban de concretar para sumar un predio gigante y la lista de espera para después de los seis vehículos que están en ejecución en este momento.
Ailín está convencida de que la empresa no hubiera crecido sin su empuje desde los videos de TikTok, pero también cree que sin su pasión por las herramientas y la mecánica no hubiera podido hacerlo. “En general la gente no se imagina a una mujer en la construcción, o si se la imagina la visualiza con pelo corto, camisa, más masculina. Yo voy a trabajar en pollera. Y juego con los estereotipos”, desafía.