“Ahora o nunca. ¿Treinta? ¿Veinte? Un millón seiscientos veinte y se va. ¿Se va? Vendido entonces. Un millón seiscientos veinte. Felicitaciones”. La escena tuvo lugar este miércoles en Tres Arroyos. Allí, en un remate, se vendieron los autos antiguos que pertenecieron a la colección de Ceferino Cadenas, el protagonista de esta historia.
Unas 300 personas se reunieron en el campo de la familia Cadenas, ubicado en el kilómetro 512 de la Ruta 3, para disputarse las joyas del abuelo. Al final del día no quedó nada: se vendió desde un Nash, un Ruby y un Ford T -operaciones que superaron el millón y medio de pesos- hasta un lote de patentes antiguas.
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Más allá del valor en sí de los objetos, el detalle de a quién pertenecieron no era menor para los concurrentes. La familia Cadenas es conocida en Tres Arroyos. Y Ceferino, parece, era un personaje muy particular.
Sebastián Cadenas, CEO de Increase -plataforma de negocios y tecnología- y sobrino nieto de Ceferino, contó la historia del hombre en cuestión en un hilo de Twitter.
“Hace un par de meses, a los 98 años, falleció Ceferino Cadenas, hermano de mi abuelo. Un gran personaje de la familia. Hoy se hizo el remate de algunas de las cosas que tenía y coleccionaba”, arrancó el empresario.
Del casamiento fallido con una japonesa a sus internaciones “para depurarse y tomar agua”: la historia de Ceferino Cadenas
Según contó, hace muchos años, Ceferino quiso casarse con una joven japonesa, “pero algo no funcionó y prometió quedarse soltero”. El hombre era vegano cuando -en palabras de su sobrino nieto- “pocos sabían lo que significaba ser vegano”.
Ceferino Cadenas vivió en Estados Unidos y trabajó para la NASA. Luego se radicó definitivamente en Tres Arroyos, aunque viajaba regularmente a EE.UU.: “Se internaba en una clínica de Ohio para depurar y tomar agua. Tomaba solo agua durante 35 o 40 días”.
El hombre tenía una personalidad muy particular. En épocas donde no existía celular, Ceferino tenía un régimen irrenunciable para sus comunicaciones telefónicas. “Para hablar con él tenías que llamarlo a las 11 o a las 16, horas en que se ponía al lado del teléfono para ver si sonaba”, contó Sebastián. Fuera de ese horario no atendía porque, según él, “esos llamados eran siempre para molestar”.
Ceferino coleccionaba autos antiguos. “Los armaba con piezas originales y recuerdo que en el cumpleaños 90 de su mamá, a mis 6 o 7 años, nos llevó de paseo”, relató el sobrino nieto.
Otro dato: el hombre era el socio vivo más antiguo del Radio Club Argentino, fundado en 1921: “Hasta sus 92 años se subía a la torre y siempre contaba cuentos de personas con las que conectaba en barcos o del otro lado del mundo”.
“La última vez que lo vi, él tenía 97. Y cuando llegué, él estaba cambiando una cubierta de una F100 con más destreza que cualquiera de nosotros”, recordó Sebastián Cadenas. Y junto a un video donde se exhibía el remate de este miércoles, concluyó: “Ceferino va a ser recordado en cada una de sus anécdotas y en las cosas y personas a las que dedicó su vida”.