Fueron cinco votaciones en dos días de cónclave las que llevaron a Jorge Bergoglio a ser consagrado por sus pares cardenales como Papa, antes de que él eligiera ser para siempre Francisco. Casi que podría decirse que fue un acuerdo rápido, aunque más que veloz resultó sorpresivo, porque cuando el 12 de marzo los cardenales se reunieron en la Capilla Sixtina, nada hacía prever que el argentino sería el elegido.
Pero lo fue y Jorge Bergoglio es el Papa de la lglesia Católica desde hace 9 años, cuando el 13 de marzo de 2013 su nombre y apellido estuvo escrito en más de 77 papelitos, lo que significó que había superado la marca de los dos tercios de los votos, la que alcanzaba para ser elegido.
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El apoyo de los cardenales a Bergoglio
Si bien la elección de un Papa es absolutamente secreta, las filtraciones no escapan ni a la cúpula del Vaticano, por lo que desde siempre se supo que Bergoglio consiguió mucho más que el apoyo de 77 cardenales. Cuando se llegó a ese número, comenzaron los aplausos de reconocimiento y felicitación, aunque el nombre y apellido del flamante Pontífice se siguió repitiendo.
Después, sí, se juntaron todos los papelitos y se quemaron, como corresponde según las normas, para que el mundo observase cómo por la chimenea de la Capilla Sixtina salía el humo identificatorio. Era la famosa “fumata blanca”, color logrado al agregar a la quema una pizca de clorato de potasio, lactosa y colofonia. Así fue que el Papa Francisco se convirtió en el primer argentino en liderar el catolicismo.
Jorge Bergoglio no se sentía candidato a Papa
Jorge Bergoglio, sorprendido como los otros 114 cardenales por la renuncia de Benedicto XVI, viajó a Roma con un objetivo claro: reunirse con sus pares, dar su mirada sobre la Iglesia (no transitaba la misma vereda ideológica que el renunciante Joseph Ratzinger), votar y volverse a Buenos Aires porque se acercaba la Semana Santa. No sólo tenía resuelto lo que iba a decir en la homilía del Jueves Santo, sino que, fundamentalmente, tenía ya comprado el pasaje de vuelta a la Argentina.
No se sentía candidato y no lo era. Por encima suyo estaban el italiano Angelo Scola -que parecía número puesto-, el canadiense Marc Ouellet y al brasileño Odilo Scherer. Sin embargo, hubo algo que hizo que las opciones de Bergoglio crecieran: en una de las congregaciones generales, reuniones “informales” entre cardenales en donde surgen nombres e ideas antes de iniciar el cónclave, el argentino dio un discurso que lo ubicó en el centro de la escena, cuando habló de “purificar” la Iglesia, alejándola de “la vanidad del poder”.
Eso, y el hecho de que 68 de los 115 cardenales que votarían ya lo habían elegido cuando en 2005 fue segundo de Benedicto XVI, lo devolvieron a la consideración mayoritaria. En la primera votación, recibió 26 votos mientras que el gran candidato, Scola, apenas cuatro más, 30. En la segunda vuelta, Bergoglio siguió creciendo y aunque todavía había fumatas negras (cuando no hay Papa elegido), llegó a la tercera instancia sabiendo que tenía muchas chances de ser elegido.
El cardenal Scola se había estancado y no conseguía apoyo ni siquiera de sus compatriotas. Tampoco le alcanzaba con tener el guiño de Benedicto XVI y en general era visto con desconfianza por su cercanía con Comunión y Liberación, el movimiento laico más importante de la Iglesia en esos momentos, y que había quedado envuelto en un enorme escándalo de corrupción poco menos de un año antes del cónclave.
Bergoglio, el Papa argentino
En un mundo con más de 600 millones de católicos hispanoparlantes, que el nuevo Papa hablara ese idioma ayudaba. En un mundo con mucha pobreza, que el nuevo Papa hiciera un culto a la austeridad y estuviera del lado de los humildes, ayudaba. En un mundo cada vez más descreído, que el nuevo Papa pudiese devolverles la fe a los cristianos, con transparencia, firmeza en la gestión y lejos de los rumores de corrupción, ayudaba.
El nuevo Pontífice se determinó tras la quinta votación. Eran las 15.06 en la Argentina del 13 de marzo. Poco más de una hora después, en boca del cardenal protodiácono Jean-Louis Tauran, se escuchó la frase más esperada: “Habemus Papam”. Y luego la sorpresa del mundo entero, cuando anunció que era Bergoglio.
Que eligió llamarse “Francisco” para ser el primer Papa americano, el primer Papa jesuita, el primer Papa nacido en el hemisferio sur. El Papa argentino.