La leyenda de las mil grullas atravesó fronteras y culturas a través de los años. Cuenta la leyenda japonesa que tu mayor deseo se hará realidad si construís mil grullas de papel. Todo se remonta a la historia de una niña víctima de la bomba de Hiroshima durante la Segunda Guerra Mundial...y llega hasta las grullas que hoy se reúnen en el Jardín Japonés de la ciudad de Buenos Aires para dar un mensaje de paz.
Spoiler: esta es una historia que puede hacerlos emocionar, pero es un mimo al alma y la esperanza. Termina bien.
Leé también: Le dijeron que no iba a poder caminar, se equivocaron y ahora difunde su mensaje de esperanza
De la peor noticia a la esperanza
Andrea es docente y convive desde hace años con algunos problemas de salud. Lejos de limitarla, la impulsaron a aferrarse a la vida.
Hace dos años le dieron la peor noticia: tenía que someterse a una operación médica determinante para su vida. Tenía un 33,3 por ciento de posibilidades de éxito; un 33,3 por ciento de chances de no volver a caminar; y otro 33,3% de no despertar.
Había que operar, no existía otra salida. Fueron semanas de ansiedad, incertidumbre y angustia. Esas semanas estuvo acompañada por Ricardo, su novio.
Él silenciosamente dedicaba cada día varias horas para hacer grullas de papel. Las hacía con los papeles que se cruzaban en su camino: desde un boleto de lotería hasta una receta médica, la hoja de un diario, un postit de oficina... todo servía para calmar la ansiedad, cultivar la paciencia y aferrarse a la leyenda de los deseos cumplidos. Mil grullas para que su mujer sane.
Unas horas antes de la intervención quirúrgica, Ricardo llegó a su casa con una cajita. Llamó a Andrea a la habitación y ahí, donde tantas veces compartieron su amor, desparramó las mil grullas construidas con su esperanza.
La sorpresa de los alumnos
Antes de operarse, Andrea se despidió de sus alumnos y, para dejarles un mensaje de esperanza, les contó el propósito de su pareja con las mil grullas. El día de la cirugía, Andrea llegó a la clínica con algunas de las grullas de Ricardo, sin saber que se encontraría con otra sorpresa de sus alumnos: ellos también habían hecho grullas con sus manos y adentro les habían escrito mensajes de aliento y fe.
Andrea entró al quirófano sabiendo que todo iba a estar bien. Su energía y sus grullas eran su escudo perfecto. Nada podía fallar… y nada falló. La recuperación fue larga y difícil. Pero, como cuenta la leyenda japonesa, los deseos se hicieron realidad y hoy Andrea sonríe detrás del barbijo.
Sonríe tanto que la comisura de sus labios trasciende al barbijo. Junto a Ricardo decidieron donar sus mil grullas al Jardín Japonés que desde hace algunos meses está juntando grullas para llegar al millón, con el propósito de brindar un mensaje para una Argentina en paz.
En estas épocas donde todo se renueva hicimos una grulla con Ricardo. La dejamos en el jardín con nuestro propósito.
Hagan sus grullas. Deseen fuerte, trabajen por sus deseos y crean, crean en esos propósitos con todas sus fuerzas. Acá Andrea y Ricardo donaron sus mil grullas para que todos esos deseos vuelen alto.