Las tradiciones son algo que, como argentinos, tenemos muy ligadas. El mate, el dulce de leche, el asado, las empanadas, saludar con un beso, la pasión por el fútbol, el tango, el folklore, entre tantas otras, son costumbres con las que cualquier argentino se siente identificado. Sin embargo, muchas se quedan en el olvido con el pasar de los años. Las carreras, o corridas, de sortijas son el claro ejemplo de esto último.
Este tipo de práctica ecuestre es antiquísima, fue traída por los españoles en el período colonizador y fue algo que terminaron adoptando los gauchos. El ahora ya denominado deporte consta en que el sortijero debe embocar un puntero o lápiz, que lleva en su mano, dentro de la sortija que cuelga en un arco de entre dos o tres metros de altura. La distancia de salida al arco es de cien metros y la persona debe ir parada en los estribos con la mano siempre en alto; en caso de que el sortijero inserte la sortija y posteriormente baje la mano, la pasada queda anulada.
Leé también: “Apuestan hasta el sueldo”: cómo son los torneos de penales ‘Todo por un mango’
Las corridas de sortijas sobreviven en Argentina gracias a los grupos tradicionalistas que las viven a flor de piel. Se llevan a cabo en toda la provincia de Buenos Aires en lugares habilitados para la disciplina. Además, cada caballo debe contar con los papeles correspondientes para su traslado y el establecimiento tiene que tener al menos una ambulancia con enfermeros en caso de cualquier accidente.
Se desarrollan todos los domingos y días feriados en distintos lugares. Por lo general se va rotando la locación. Cada uno que quiera correr debe pagar una inscripción de $1.400 y compiten por un pozo acumulado que va en aumento dependiendo de la cantidad de inscriptos que haya. El ganador es el que emboque más sortijas de un total de ocho pasadas.
La gran mayoría traslada a los animales en tráileres que van enganchados en cada vehículo, pero en el mundo de las sortijas se encuentra de todo, ya que hay quienes trasportan a los caballos en colectivos.
Para correr no hay ningún límite de edad. Lo hacen niños de siete años hasta personas mayores de 60. La única aclaración es que para que los menores puedan practicar este deporte deben estar autorizados por los padres y estos hacerse cargo en caso de un accidente.
El mundo ATR siempre estuvo ligado a las motos y los autos, pero con las corridas de sortijas se halló el comienzo de este fenómeno. La pasión por la velocidad no conoce de fronteras ni de tipos de transporte.