Muchos argentinos comen bifes de madera y no es por la crisis. Alguno podría suponer que comer madera es casi la conclusión lógica de esa peculiar montaña rusa que siempre va para abajo, que es la economía argentina. Como ya pasamos del asado a la polenta, tranquilamente podríamos saltar ahora a la madera y al aserrín. Pero no: la madera comestible, el Yacaratiá, es en realidad una “delicatessen” que se consigue en Misiones y se exporta al mundo.
La historia de esta madera comestible tiene nombre y apellido: Roberto Felix Pascutti. Ese ingeniero forestal fue quien descubrió la única madera en el mundo que se puede comer y patentó un procedimiento para transformar un tronco en alimento. Pascutti descubrió en antiguos escritos jesuitas que los guaraníes comían gusanos que se alimentaban de cierto árbol. Y con ese dato, empezó todo.
Con esa información el ingeniero Pascutti se internó 5 años en la selva y encontró ese árbol: era el Yacaratiá. Se trata de un árbol de 10 a 30 metros de altura y 80 centímetros de diámetro. Cuando el árbol muere, se llena de gusanos gordos y blancos. Ese último dato fue la clave. Si los gusanos se alimentaban del árbol es porque el mismo tenía propiedades nutritivas. Y no se equivocó.
Cuando volvió a la civilización, Roberto patentó el procedimiento secreto para transformar la madera en alimento. El ingeniero falleció poco después pero le dejó la fórmula a su esposa Marisa y su hija Vanina, quienes hoy continúan su legado. Es así como ellas se pusieron al frente de “Yacaratiá Delicatessen”, una empresa que comercializa originales productos hechos con Yacaratiá como alfajores con dos tapas de madera y relleno de mermelada a base de viruta de distintos sabores, bombones, granola o néctar de madera.
El producto es suave al tacto, delicado al paladar y tiene un gusto dulce. Por eso es riquísimo con queso y los italianos llegaron a cruzarlo con el chocolate. Pero también se pueden hacer platos salados. Puede cocinarse braseado o ahumado, y da como resultado un plato que se parece al carré de cerdo. En la Argentina, diversos chefs de primera línea como Soledad Nardelli, Fernando Rivarola o Ghunter Moros tienen o tuvieron al Yacaratía en las cartas de sus reconocidos restaurantes.
Pero nadie probó hacerlo a la parrilla. En ese caso se daría la paradoja de que encontraríamos madera tanto abajo como arriba de la parrilla. Pero todo es posible, solo que habrá que cuidarlo un poco más para que no se incendie. Y ante el espacio vacío que dejó el asado en la mesa de los argentinos, cualquier sucedáneo es bienvenido. Solo habrá que aggiornar algunas otras costumbres y cuando la comida llegue a su fin, pedir un fuerte aplauso… al carpintero.