“La mamá de Pía dio la vida por ella y ahora la está ayudando desde arriba para que siga adelante. Ella hizo todo lo que pudo y ahora me toca a mí hacerme cargo de todo lo que viene”, cuenta Carlos Tebes a TN.com.ar. El hombre es de Ranchos y hace algunos años se mudó a El Bolsón. Allí conoció a Alicia, la mamá de Pía: “Cuando estaba de siete meses rompió bolsa. La beba nació el 7 de mayo de 2020 a las tres y media de la mañana. A las dos horas, murió la madre”.
Según explica, en medio de las restricciones por la pandemia, él estaba en El Bolsón cuando lo llamaron para avisarle que había nacido su hija y que había muerto Alicia: “Ella ya tenía el diagnóstico de hepatitis autoinmune y sabía que podía ser un parto de riesgo, pero quiso seguir adelante con el embarazo porque quería ser mamá”.
“Hasta los siete meses la cuido en su panza, la derivaron a Bariloche, estuvo una semana internada y falleció sin conocer a nuestra hija. Lo único que supo es que era una nena y cuál iba a ser su nombre”, recuerda Carlos.
En medio de un torbellino de emoción, tristeza y ansiedad, encontró la manera de llegar a Bariloche para conocer a su hija: ”Me contaron que se había quedado sola, así que tenía que llegar lo más rápido posible. Si bien era 120 kilómetros, estaba todo cortado y necesitaba un permiso para transitar. Cuando lo conseguí, una remisera se ofreció a llevarme”.
La bebé estuvo internada hasta que se cumplieron las 38 semanas. Carlos, que se había mudado a un departamento a unas cuadras para estar cerca de la beba, iba a visitarla todos los días.
A los tres días de nacida, le detectaron un problema en el hígado y la controlaron hasta que a los cinco meses les indicaron un traslado urgente de Bariloche al Hospital Garrahan: “Primero los médicos pensaron que podía ser una bacteria, pero después vieron que era algo que se tenía que seguir tratando. Todas las semanas le hacían algún estudio, ecografía o le sacaban sangre”.
Con la premura de que la empezaran a tratar en Buenos Aires, Carlos organizó todo y cuando iban a viajar en una avión comercial, se suspendieron los vuelos por la cuarentena y tuvieron que recorrer en ambulancia el camino desde Bariloche a la Ciudad de Buenos Aires.
El trasplante de hígado
Los médicos del Hospital Garrahan le informaron que Pía debía someterse a un trasplante de hígado. Carlos no dudó en proponerse como donante: “Me hicieron los estudios y era compatible, así que se programó la operación que fue el 17 de junio. A Pía la intervinieron en el Garrahan y a mí en el Hospital Del Cruce”.
Esa fue la primera vez que estuvieron separados desde que Pía nació: “Fueron dos operaciones bastante largas. Con ella se quedó mi hermana y yo estuve dos días incomunicado después de que me operaron. Una vez que me sacaron los puntos quise correr hasta el Garrahan a cuidarla”.
El trasplante funcionó y juntos estuvieron un mes y una semana en una habitación del Garrahan esperando el alta: “Pensaba que iban a ser tres meses internados, pero por la evolución de Pía los médicos decidieron que nos fuéramos antes”.
Pelearla desde el primer día de vida
“Cuando nació, Pía pesó un kilo cuatrocientos. Era muy chiquitita pero la peleó siempre. A medida que fue creciendo y fue mejorando, aprendió un montón de cosas”, explica orgulloso Carlos.
Después del alta, los médicos le pidieron que se quedara cerca del hospital para los controles, que son dos veces por semana: “Decidí quedarme en Ranchos, mi pueblo, en una casita que construí cuando trabajaba en la construcción”.
Allí viven solos y los visitan los hermanos de Carlos que viven cerca y la hermana que es de La Plata. Cuando tenga el alta definitiva volverán a El Bolsón a seguir con sus vidas.
Volver a casa
Carlos sueña con poner un vivero para poder trabajar en algo que le permita cuidar a su hija la mayor parte del tiempo: “La realidad es que desde que nació, a mí se me complicó trabajar. Además, al estar trasplantado por unos meses no puedo hacer esfuerzos y Pía necesita cuidados las 24 horas”.
De todas maneras, piensa que en un tiempo Pía podrá ir al jardín para estar con otros chicos de su edad. “Los médicos me aseguraron que mientras no rechace el hígado, en un tiempo Pía podrá hacer su vida sin ninguna complicación. Va a haber que controlarla, tomará alguna medicación pero ella es una luchadora”.
Antes de terminar la entrevista, Carlos se emociona al pensar en que desde el primer día de vida, son ellos dos para todo y confía en que juntos van a salir adelante: “Cuando sea grande y me pregunte por su mamá yo le voy a contar que ella soñaba con tenerla. Sé que nosotros vamos a ser super compinches. Si ella está bien, yo estoy bien y viceversa”.