El jueves 12 de agosto, la Universidad de Buenos Aires cumplió 200 años de vida. En los últimos dos siglos atravesó vaivenes de progreso y conservadurismo, reformas impulsadas por fuertes luchas estudiantiles, y golpes de Estado. Sigue siendo una de las más reconocidas casas de estudio del país, Latinoamérica y del mundo. Pero como todas las instituciones, la UBA sigue teniendo deudas en lo que refiere a igualdad de género, fundamentalmente en lo que respecta a cargos de autoridad y pese a que la mayoría de los estudiantes son, efectivamente, mujeres.
En primer lugar, en 200 años de historia, la Universidad de Buenos Aires no ha tenido ni una sola rectora mujer. El actual rector de la UBA, Alberto Barbieri, ocupa el cargo desde el 2013 y está finalizando su segundo mandato de 4 años, sin definiciones por ahora de si irá por un tercero a fin de año.
En segundo lugar, de las trece facultades que integran la UBA, solo tres de ellas están gobernadas por decanas mujeres: la ingeniera agrónoma Marcela Edith Gally, en Agronomía; la profesora Cristina Arranz, en la Facultad de Farmacia y Bioquímica, y la doctora Carolina Mera, en Ciencias Sociales.
Esta situación sorprende si se analizan los últimos datos que publicó la UBA: de los ingresantes a la Universidad, el 61% son mujeres, mientras que el 39 % son varones; el 60.7% de estudiantes son mujeres y el 39,3%, varones. En cuanto a los egresados, el 64,1% son mujeres y el 35,9%, varones; en tanto que entre los docentes de nivel universitario, el 52,1% son mujeres y el 47,9% son hombres. Sin embargo, las mujeres solo representan el 34% de las autoridades.
“Los cambios son amplios y contundentes desde que yo era alumna, se avanzó muchísimo hacia la igualdad. Esta situación se observa en la proporción de alumnos, docentes, no docentes como así también en la inclusión de la temática en las currículas, debates, campañas, capacitaciones, en todos los aspectos consencientes a la docencia asistencia e investigación”, dice a TN.com.ar la Doctora Claudia Negri, directora de la Licenciatura en Obstetricia de la Facultad de Medicina.
Sin embargo, agrega: “En la carrera ‘política’ se da un fenómeno similar al resto de ámbitos, desigualdad de oportunidades por la mirada condicionante que la sociedad puso en rol de la mujer y así muchas generaciones lo asumieron”.
Pero para entender por qué sorprende la desigualdad entre el peso de la mujer en el ámbito académico y su peso en los cargos de autoridad, también hay que comprender como son los complejos procesos de elección de autoridades en la UBA.
El rector es elegido por la Asamblea Universitaria, que está formada por los miembros del Consejo Superior y de los Consejos Directivos de las Facultades. El Consejo Superior está integrado por el Rector, los Decanos, cinco representantes por el claustro de profesores, cinco por el claustro de graduados y cinco por el claustro de estudiantes. El Consejo Directivo de cada facultad (que elige al decano) está integrado por ocho representantes por los profesores; cuatro representantes por los graduados, y cuatro representantes por los estudiantes.
Para resumir, los estudiantes, graduados y profesores eligen a sus propios representantes. Esos representantes luego eligen a las autoridades máximas. En total, la Asamblea Universitaria está integrada por 236 electores, que votan al rector.
En el rectorado de la UBA reconocieron las deudas pendientes en términos de igualdad luego de 200 años, y a fines del 2019 se tomó una resolución para intentar comenzar a revertir la situación.
Como en las elecciones legislativas nacionales, se estableció que las listas de candidatas y candidatos para representantes deberán integrarse respetando la paridad de género, ubicando de manera intercalada a candidatas y candidatos de modo que no haya personas continuas del mismo género en las listas. Esto corre para consejeros, claustros de estudiantes, graduados y profesores.
El proceso, como lo es en el Congreso nacional, se espera que sea lento. El nuevo sistema se aplicó el último año para las elecciones de profesores. Este año se concretarían las primeras elecciones de graduados y estudiantes, que en gran medida no se realizaron por la pandemia, informaron en el rectorado de la Universidad.
Sería ilógico poner un cupo para rector o establecer que una parte de las facultades debería tener decana y otra parte, decano. El objetivo es, en todo caso, generar con el tiempo un crecimiento dela representación femenina en los claustros y que eso decante en la posterior elección de mayor cantidad de autoridades mujeres. Y quizás, después de 200 años, en una primera rectora mujer.