Si bien los libros de historia destacan a San Martín como el gran protagonista del Cruce de los Andes no fue el primero en animarse a semejante travesía. Los pueblos originarios hicieron el cruce a pie mucho antes, ya que los caballos todavía no habían llegado a América. Luego, los colonizadores españoles bajaron desde el Alto Perú hasta lo que hoy es Chile y cruzaron la cordillera para fundar la ciudad de Mendoza, en 1561.
El 17 de enero de 1817, la mayor parte del Ejército de los Andes partió rumbo a Chile para su gesta libertadora. Hoy en día, ese trayecto se repite para turistas en busca de aventuras. La temporada de cruce sigue siendo a partir de enero, ya que la nevada y las bajas temperaturas del invierno dificultan el tránsito por el terreno pedregoso. La travesía turística dura 6 días, la pueden hacer niños a partir de 11 años y no hace falta contar con preparación previa.
El cruce se realiza por el Paso del Portillo, en Tunuyán, Mendoza. En el límite con Chile, el mismo paso recibe el nombre de Piuquenes. El Portillo es un paso histórico que utilizó el Capitán Lemos del Ejército de los Andes para cruzar la cordillera en febrero de 1817. También lo usó San Martín en 1822 en su regreso desde Perú.
“Los pasos son más sencillos que antes, no cae tanta nieve, pero es exactamente el mismo camino que usó San Martín. Los mismos paisajes que vieron los Huarpes, los Araucanos y hasta Charles Darwin”, asegura Diego Díaz Guiñazú, tercera generación en la zona y guía en las cabalgatas de alta montaña.
Uno de los primeros puntos de la travesía es la visita al Manzano Histórico, a 1500 metros de altura, donde el General San Martín descansó y buscó sombra al regreso de su expedición. Ese manzano hoy ya no existe pero en su lugar se erige un monolito que lo recuerda.
En el segundo día se realiza la mayor parte del ascenso, hasta llegar a los 4300 metros sobre el nivel del mar. Durante el recorrido, se puede hacer avistaje de cóndores y tropillas de guanacos que, hasta hace algunos años, estaban a punto de extinguirse.
Hay zonas de mucho pasto, arroyos y ríos de deshielo. “Se duerme muchas veces afuera en la travesía, viendo cielos increíbles”, confiesa Díaz Guiñazú. También se mantiene la tradición gastronómica. A la vieja usanza, comiendo los mismos platos que se comían en esas expediciones: locro, charqui, guiso de lentejas, asado y cazuela de gallina.
Juan Martín es de La Pampa, pero vive en Vicente López hace muchos años. Siempre le gustó la historia y la aventura, por eso se animó a cruzar los Andes. Todos los años repite la travesía y destaca que lo impactó poder transitar el mismo paso que cruzó San Martín. “Es impactante llegar hasta ahí, un cruce de dos metros de ancho. Porque te cuesta, estás cansado pero sabes que el tipo pisó eso mismo. Es muy emocionante. Cuando estás ahí, lo valorás”, confiesa.
Lo mismo piensa Marilina. Ella tiene 42 años y soñaba con cruzar los Andes, pero el miedo a las alturas la frenaba. Un verano se animó y partió acompañada por su hijo Teo, de 14 años. “No hay temores que no se puedan superar. La experiencia fue única. Es muy difícil poner en palabras lo que uno siente estando ahí arriba.”
Juan Martín y Marilina coinciden en que la experiencia tiene una magia especial y en gran parte la genera el propio grupo que participa. No hay tiempo ni conectividad para chequear las redes sociales, son largas horas a caballo en fila india y en pocas oportunidades pueden charlar. “Es toda gente que va buscando algo o que va escapando de alguna cosa y la cordillera te produce eso, te va acomodando las ideas. Siempre estás pensando”, asegura Juan Martín.
¿Cuánto sabés de José de San Martín?
Todos estudiamos su vida y su historia. Todos recordamos las ilustraciones de los libros y revistas infantiles. Las respuestas a estas preguntas seguro las supimos alguna vez y vale la pena recordarlas para homenajear al “Libertador de América”.
Respondé estas 11 preguntas y comprobá cuánto sabés del Padre de la Patria.