La relación entre los carpinchos y los propietarios de casas en barrios cerrados es, por lo general, complicada. El escenario está muy dividido entre quienes tienen simpatía por estos roedores y les gusta convivir con ellos, y, por otro lado, quienes los rechazan.
En los últimos días, la grieta de Nordelta fue noticia por una persona que les disparó y por otra que atropelló a estos animales. Y también por algunos vecinos que denunciaron que sus mascotas habían sido atacadas. La consecuencia: una iniciativa, con aval gubernamental, para trasladar a los carpinchos a otro sitio.
La Dirección de Flora y Fauna de la Provincia de Buenos Aires, luego de inspeccionar el lugar, emitió una resolución. “Dada la evidencia indirecta y directa recabada durante la visita técnica, sumada a la información presentada en los estudios poblacionales de la especie se determina que el perjuicio ocasionado por la interacción de los carpinchos con los habitantes del complejo se enmarca dentro de la categoría grave”, señalaron.
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La legislación prevé entonces medidas contra los capinchos en resguardo de los residentes humanos. Y en ese sentido, la Dirección de Flora y Fauna sugirió a la Asociación Vecinal Nordelta “desarrollar un plan de acciones indirectas y directas con el objetivo de reducir la elevada abundancia poblacional de la especie”.
Desde la AVN presentarán un plan a ser evaluado por la Dirección de Flora y Fauna. Allí deberán describir “las acciones directas permitidas; tiempos de ejecución; condiciones mínimas del manejo indirecto a implementar; y toda otra información complementaria que resulte oportuna”. Luego se decidirá su autorización o no.
Días atrás, la exmodelo brasileña Anamá Ferreira se comunicó con TN y la Gente para denunciar a un vecino que había baleado a un carpincho. Compartió imágenes del animal herido y con sangre, y ofreció una descripción que tiene amplio consenso entre los vecinos: “Son amigables. Se comen alguna que otra planta, pero nada más”. Marcelo Tinelli también fotografió a varios de estos animalitos luego de que se acercaran a su vivienda.
El año pasado, la China Suárez había alzado la voz contra un grupo de vecinos del country Abril -en Berazategui- que habían colocado un alambrado para expulsar a estos roedores. Incluso afirmó que uno de ellos había sido asesinado.
El impacto sobre el medio ambiente
El debate, sin embargo, tiene raíces más profundas. Especialmente porque los carpinchos son los habitantes originales de estas tierras. La complicada convivencia entre humanos y animales no sucede solo en Nordelta, sino que en la provincia de Buenos Aires alcanza a otros barrios y a otras especies. Y no se reduce solo a la Argentina, sino que es global: fue, incluso, llevada a la ficción en “Vecinos Invasores”, la película de animación 3D lanzada por Dreamworks Animation en 2006.
En el filme, un grupo de animales se las ingenia para sobrevivir a la urbanización de su territorio, antes virgen de seres humanos. El trasfondo son las construcciones que destruyen el hábitat y el territorio de otras especies. “Vecinos Invasores” busca llamar la atención sobre los riesgos de provocar un desequilibrio ambiental.
“Nordelta 1 y 2, así como Santa María (ubicado también en Tigre) y otros barrios a orillas del Río Luján, están construidos sobre humedales. El diseño de estas construcciones utiliza como base el agua. Modifican los humedales, hacen toda una red de canales en arroyos y lagunas. Y el ambiente original desaparece”, comenta Natalia Fracassi, bióloga del INTA (Instituto Nacional de Tecnologías Agropecuarias), en diálogo con TN.com.ar. Y detalla que los humedales -en su estado natural- cumplen una función fundamental: absorben el agua de las lluvias y ayudan a evitar inundaciones.
¿Y qué ocurre con la fauna? “Cuando se modifican los humedales, muchas especies desaparecen. Pero una vez que el barrio ya está construido, permite que un montón de especies, si no las molestás, sigan viviendo allí. Porque hay vegetación y siguen conectadas con arroyos y ríos. Y sus depredadores -como zorros o aguiluchos, que suelen alimentarse con las crías de estos roedores- ya no están. Se les genera, incluso, un hábitat más propicio que el original”.
Con fuente de alimento, agua y sin amenazas a la vista, los carpinchos viven más tiempo y se reproducen. La población crece -una hembra adulta puede tener hasta seis crías- y se vuelve más problemática la convivencia con humanos que originalmente habían decidido mudarse a estos barrios en busca de vivir en un entorno natural.
“Te paso foto de lo que les hicieron los carpinchos a mis perros hace un tiempo. No podemos esperar que esto le pase a un niño”, denunció un vecino de Nordelta. En la imagen, difundida por el medio Locally, se ve a una mascota con heridas presuntamente provocadas por la mordida de un roedor, y a otra con un collar isabelino.
“Los vecinos primero deben ponerse de acuerdo entre ellos”
“Al principio (los carpinchos) son muy lindos, pero después se terminan convirtiendo en un problema”, sugiere Fracassi. “Con las nutrias y las canchas de golf pasa lo mismo: agrandan los hoyos y los vecinos se quejan, llaman a la Dirección de Flora y Fauna y piden que las saquen. Hay una legislación. No es que cualquiera puede agarrarlos, sacarlos o matarlos”, profundiza Fracassi.
El organismo dependiente del Ministerio de Desarrollo Agrario bonaerense aclara: “El carpincho es una especie silvestre protegida por el Código Rural-Decreto Ley N° 10081/83. Por lo tanto, no se puede ejercer acción sobre él sin previa autorización de la Dirección”.
Consultados por TN.com.ar, voceros de la Dirección de Flora y Fauna provincial señalaron: “Es un tema muy complejo. Lo estamos trabajando con el municipio de Tigre y con el barrio hace unos cuatro meses y se va a extender, por lo menos, durante tres o cuatro meses más”.
Y añadieron: “Primero los vecinos deben ponerse de acuerdo entre ellos, si quieren a los carpinchos o no. Y después podría llevarse a cabo un operativo para trasladar a un grupo de carpinchos a otro hábitat, con el fin de reducir su población. Puede ser un centro de cuidado de animales o un ecosistema propicio, como las reservas naturales que hay en Entre Ríos. Nuestra función es el cuidado de los animales. No los podemos llevar a Temaikén”.
“Yo vivo en Los Cardales y acá el problema son los zorros. Las comadrejas también suelen ser un problema”, precisa Fracassi. Y concluye: “Parece una obviedad, pero donde hay naturaleza, hay naturaleza en serio. Y hay mucha gente que quiere vivir en un entorno silvestre y después no lo resiste”.
