Mujeres albañilas se unieron para dejar un mensaje de superación y equidad. Juntas, buscan romper con los estereotipos machistas en el ámbito de la construcción, tarea que durante años estuvo asociada directamente a los hombres. A través de las redes sociales, impulsan a otras a realizar esta actividad para obtener un ingreso económico en un contexto de crisis en el país.
Bárbara Burruchaga, de 21 años, que actualmente está trabajando en la renovación de un antiguo centro cultural en las afueras de Buenos Aires, cuenta que ser albañila la pone contenta “porque a las mujeres mucho tiempo nos dijeron que no. Me gusta contárselo a mi papá, que es el que más se sorprende y menos fe me tenía”. Junto a ocho mujeres y miembros de la diversidad sexual dedicados a la mano de obra, integra el colectivo “Deconstrucción Disidente”.
“Este es un proyecto que nació hace un tiempo, donde ponemos cuerpo y mente, sea un arreglo básico o una obra desde cimientos. Tenemos como base la autogestión, el consumo responsable de cada recurso, la horizontalidad en la toma de decisiones y la palabra como acuerdo”, escribían desde el colectivo en su primer posteo en Instagram en 2018. “Sufrimos un mal llamado TOC, que nos juega a favor del detalle. Cada trabajo es único y le ponemos lo mejor para que tenga sentido hacer una reforma o construir un espacio”.
Entre 2003 y 2010, se pudo observar que aún predomina la participación masculina en este sector. Aunque la participación femenina se ha incrementado un 131% durante ese período, el porcentaje de mujeres en obra es menor al 5%, según estadísticas de la Unión Obrera de la Construcción de Argentina (UOCRA).
Eva Iglesias de 36 años, asegura que “el patriarcado propone que nosotras no tenemos la fuerza para estas tareas” pero que “los albañiles no son todos musculosos y grandotes, hay muchos peticitos, con panza. La mayoría tiene dolores de espalda, como no tienen permitido parecer débiles, no lo dicen”, explica Evit, así prefieren que la llamen porque no define su género.
“Nosotros lo Arreglemos” es otro de los grupos de mujeres, es un colectivo feminista, que difunde talleres de construcción y funciona como red laboral para las profesionales, así como también está el grupo de WhatsApp “Red Deconstrucción Disidente” que reúne a alrededor de 90 mujeres y miembros de la diversidad que se dedican a la arquitectura, albañilería, plomería, electricidad o carpintería.
El grupo de Facebook “Albañilería cosa de mujeres” fue creado por Valeria Salguero, de 34 años, para pedir consejos prácticos “sin grandes técnicas ni cálculos científicos”, al tener dificultades para construir una habitación extra para su hija y no tener la posibilidad económica de pagarle a un albañil profesional. En un mes, se unieron al grupo cerca de 6.000 seguidores, no solo de Argentina, sino también de Uruguay o Costa Rica. A pesar de haber recibido comentarios propios de una persona machista, como “andá a lavar los platos”, actualmente Valeria fue contactada por una empresa internacional de construcción para que capacite y se una a una cuadrilla. “Sería una obra meramente hecha por mujeres”, cuenta entusiasmada.
Por otro lado, Carolina Gutiérrrez tiene 37 años y es arquitecta y albañil y dice que todavía “falta muchísimo” para alcanzar la equidad plena en el ámbito, ya que aún existe el acoso y la desigualdad salarial. ”Cuando hay varones y mujeres, ellas quedan en la parte de limpieza automáticamente”.
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En abril, durante un acto que realizó el municipio de Avellaneda, con la presencia del Presidente Alberto Fernández, se entregaron 48 viviendas a personas vulnerables construidas por cuadrillas mixtas. “Gracias a ustedes, albañilas, por el trabajo”, dijo el mandatario, creando furor por usar la formulación en lenguaje inclusivo.
El gobierno formó en albañilería a 20 mujeres, entre 29 y 59 años, que luego fueron empleadas en la construcción de viviendas y recibieron el mismo salario que los hombres de la mano de obra. Magdalena Sierra, jefa de gabinete de Avellaneda y creadora del proyecto, subrayó que lo más importante es que ellas tengan acceso a la independencia económica. Por otro lado, Andrea Figueras, coordinadora de la parte femenil de la cuadrilla mixta, sostiene: “Nosotras volvemos a casa y están los pibes (hijos), la comida, la plancha. Ellos llegan a casa y tienen la comidita servida. Hay que igualar el derecho dentro de la casa”. Además, al ser consultada por las aspiraciones de la cuadrilla femenina dijo que “eso no tiene techo”.