David Lebón es uno de esos músicos que integran la columna vertebral del rock nacional. Empezó muy joven, como suele ocurrir, cuando junto con su familia se trasladó a los Estados Unidos. Era la época de máximo fervor por los Beatles, un movimiento que replanteó el lugar de la música popular dentro de la cultura. Aunque él era demasiado chico se las arregló para formar parte de pequeños grupos tocando la guitarra o la batería. También tuvo la oportunidad de ver a Jimi Hendrix en vivo. En una entrevista con La Viola contó: “Yo tendría 12 ó 13 años. Él ya usaba sus camisas con jabot y le pegaba al amplificador con su guitarra”.
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Cuando volvió a la Argentina, comenzó su carrera musical que lo puso en contacto en primer lugar con Billy Bond, que entonces regenteaba un local de rock, La Manzana, uno de los pocos que existían en Buenos Aires. Ahí conoció a Pappo y pronto ingresó como bajista en la primera formación de Pappo’s Blues. También tocó con Billy Bond y la pesada del rock and roll, con Ciro Fogliata y como baterista en Color Humano, el grupo liderado por Edelmiro Molinari.
A comienzos de la década del 70, Lebón dejó Color Humano y se convirtió en el baterista de Pescado Rabioso, el grupo formado por Luis Alberto Spinetta después de la experiencia de Almendra. Esta nueva banda no tuvo una larga vida, pero marcó el comienzo de su carrera como solista. El álbum se llamó David Lebón y lo grabó prácticamente solo, tocando él mismo casi todos los instrumentos. Sin embargo, tuvo varios invitados: un muy joven Charly García, Alejandro Medina, Walter Malosetti y una curiosidad: Pappo en el piano.
Lebón era invitado con frecuencia a tocar con Sui Generis, la legendaria banda de Charly García y Nito Mestre; participó como cantante en un álbum solista de Claudio Gabis; también en la segunda versión de La Biblia, del grupo Vox Dei; y eventualmente volvió a Pappo’s Blues. Fue parte de Serú Girán, junto a Charly García, Pedro Aznar y Oscar Moro.
Hubo otros grupos: Espíritu, Polifemo, Seleste. En la grabación de un tema reciente participó Andrés Calamaro. Utilizó siempre sus instrumentos de base: guitarra, bajo, batería, teclados.
La guitarra siempre fue su favorita y a propósito contó que cierto día Ricardo Mollo le envió de regalo una Gibson, un enorme gesto de amor.
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Además de ser una leyenda del rock argentino, es un hombre muy querido, con una vida personal intensa y por temporadas tocada por la celebridad. Se declara autodidacta, indisciplinado e intuitivo. Viaja, gana premios, explora estilos, hace música. La revista Rolling Stone lo calificó tercero entre los mejores guitarristas del rock nacional. Un lujo.