“No tengo límites acá, me siento uno más”, asegura Ousmane N’Dong. Tiene apenas 21 años y hasta 2018 era un muchacho senegalés que deseaba triunfar en el fútbol europeo como otros compatriotas. Pero en el medio se coló Marcelo Simonian, un representante argentino y le habló de Lanús. Mientras estaba en una práctica, imprevistamente se le acercó y le ofreció cruzar el Atlántico. “Fue difícil llegar a un país donde el fútbol es muy duro, sin saber ni hablar nada”, le cuenta a TN.com.ar. Solo conocía de Maradona y Messi por los enfrentamientos entre las selecciones. Actualmente disfruta de formar parte del equipo de Primera División y se convirtió en un argentino por adopción: “Estando acá no siento que no estoy con mi familia, ni que estoy lejos de mi casa”. Sin embargo, los primeros meses fueron difíciles. La pandemia lo paró varios meses y vivió en soledad en su departamento en Villa Urquiza. Además sufrió la muerte de su madre y no pudo hacer más que despedirla desde la distancia que hay entre la Argentina y su Senegal natal.
N’Dong disfruta mucho las prácticas de fútbol y la relación con sus compañeros del club Granate. Las risas cotidianas con Alejo Tabares y Pablo Aranda dan muestra de eso. “Ellos son como mis hermanos. Hacemos todo juntos. Puedo hablar lo que quiero con quien quiero”. Para eso N’dong tuvo que superar la barrera del idioma y actualmente habla casi como un porteño nativo. “Los primeros días fueron complicados. No entendía nada. Ni lo que decían ni lo que hacían. Buscaba por Internet y mostraba la comida que quería o buscaba por Google”, le cuenta a este medio.
Los episodios de violencia y discriminación racial, especialmente en el fútbol europeo, no son ajenos para N´ Dong. “Por ahora no sufrí discriminación. Pero lo estoy esperando igual. Sé que algún día va a llegar. Esas cosas salen de la nada, de un partido, de la calle. Hay que estar siempre preparado para este tipo de situaciones. Es algo mundial, no solo en la Argentina. Por ser negro algunas personas te miran con otros ojos. Estoy preparado para que cuando pase no me afecte mucho. Lo más importante es que somos todos personas. Es muy difícil que algunas personas cambien”, detalla.
Hay muy pocos comerciantes del Paseo de Compras de Calle 12 en La Plata que no conozcan a Jimy. “Tiene la facilidad de hacer amigos todo el tiempo”, dice un comerciante. Su verdadero nombre es Djiby Thioune, llegó hace 5 años a la ciudad, es mantero y vocero de su comunidad. A través de un canal de Youtube, aborda historias y demandas de sus compatriotas de Senegal. “Hago videos mostrando cosas que no se conocen, sacando dudas. La gente opina de la nada o saca información de cualquier lado. ¿Pero alguna vez nos preguntó qué hacemos o cómo vivimos?”, le dice a TN.com.ar. En sus videos, Jimy habla con miembros de su comunidad y con vecinos de la ciudad para mostrar su cultura, sus trabajos y su visión sobre la realidad que los rodea.
La comunidad senegalesa denuncia hostigamiento y persecución policial por motivos raciales. “Nos dicen que somos una organización mafiosa y es una mentira muy grande. Lo único que sabemos es trabajar, ganar algo de dinero y ayudar a nuestras familias. Hacemos lo que hace el 90% de los argentinos. Ir a los mayoristas y revender”, describe.
La situación de los 5.868 migrantes senegaleses radicados en el país es crítica. La mayoría de ellos tenían trabajos informales, principalmente como vendedores ambulantes y muchos no pueden acceder a las ayudas sociales del gobierno por no tener documento. Casi el 60% de los migrantes dejó de percibir un ingreso desde el comienzo de la cuarentena de acuerdo a un relevamiento realizado a más de 1200 personas, principalmente en la Ciudad de Buenos Aires, Provincia de Buenos Aires y la Provincia de Córdoba por el espacio Agenda Migrante 2020.
Cuando el 20 de marzo de 2020 se decretó el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio, a los trabajadores de la economía informal les resultó imposible generar ingresos. Se vieron obligados a vivir de algunos ahorros ante la imposibilidad de salir a la calle para vender los productos. Su preocupación principal era no poder enviar dinero a sus familias en Senegal.
La migración senegalesa desde los 90′ está principalmente protagonizada por hombres en busca de mejores condiciones de vida. Cuando empezaron a levantarse algunas restricciones pudieron volver a trabajar, pero saben que la crisis económica golpea fuerte y ya no se vende como antes. “Vendemos, pero poco”, dice a TN.com.ar Moustafa, que tiene un puesto frente a la Municipalidad de La Plata. “Para mí lo más importante es mi familia. Mi principal problema es que si yo no tengo trabajo, no les puedo mandar plata, y si nosotros no enviamos plata, ellos no tienen nada para comprar”, dice Papa Diaw, un trabajador de Flores en una entrevista a la revista Marcha.
// Investigan a una red de trata de personas que opera con manteros senegaleses en La Plata
Si bien el gobierno nacional implementó el Ingreso Familiar de Emergencia para asistir a las personas con bajos ingresos o que trabajan informalmente, muy pocos migrantes lo obtuvieron. ¿A qué se debe esta situación? A la documentación. Los criterios de la ley de Migraciones 25.871 “como el de radicación por trabajo”, no incluye la posibilidad de ser trabajadores por cuenta propia y tampoco les es condonada su entrada irregular al país. En 2013 hubo un plan regulatorio de 1697 senegaleses, pero entraron a la Argentina muchos más en los últimos años. La norma considera residentes permanentes a:
- Los extranjeros admitidos por la Dirección Nacional de Migraciones que quieren establecerse definitivamente en el país
- Los extranjeros casados con ciudadanos argentinos y los hijos y padres extranjeros de ciudadanos argentinos.
- Los extranjeros que prueban unión convivencial con una persona argentina o con una persona extranjera radicada en forma permanente o temporaria en el país.
- Los hijos nacidos en el extranjero de argentinos nativos o por opción
A todos los que no son residentes permanentes se les otorga en la Dirección Nacional de Migraciones un permiso de residencia transitoria que dura 90 días o el tiempo que lleve la resolución del recurso. Permite permanecer en el país, estudiar y trabajar bajo ciertas condiciones difícilmente aplicables en pandemia. “Deben presentar un precontrato de un trabajo formal y su potencial empleador debe otorgar datos sobre la empresa; o certificados de estudio regular en un espacio habilitado. Son todas condiciones muy difíciles de conseguir para algunas comunidades y por eso muchos solo acceden a la regularización mediante amnistías”, explica Fernanda Vicario, referente de la Comisión Argentina para Refugiados y Migrantes (CAREF).
“La comunidad demostró su solidaridad y hermandad durante la pandemia. No solo entre senegaleses sino también con la ayuda mutua con los argentinos”, advierte Ndatie Sene, miembro de la Asociación de Residentes Senegaleses en Argentina. Distintas agrupaciones de la comunidad se organizaron para juntar dinero y repartir comida entre aquellos que no pueden trabajar por la cuarentena. Ellas son la Federación Argentina de Dahiras Mourides, Act, Bloque de Trabajadorxs Migrantes, Asociación de Mujeres Unidas, Migrantes y Refugiadas en Argentina y el Colectivo “La Ciega”. Además Sene indicó que recibieron asistencia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que trabaja junto a la secretaría de Derechos Humanos de la Nación y la Dirección de Comunidades del Gobierno de la Ciudad. Además fueron incluidos en listados para el reparto de bolsones de comida del Ministerio de Desarrollo Social. “Mi sueño es siempre poder ayudar a alguien que incluso no sea mi familia. Sea quien sea, no me importa si es blanco o negro”, dice Jimy.