Hace una década ya desde que Tato Giovannoni, bartender argentino, tuvo la idea de crear un destilado premium con botánicos que reflejasen nuestra cultura y sabores. Tardó casi 3 años en lograr instalarlo en los bares. Hoy, 7 años después de esta pionera presentación, nos encontramos con un boom del gin en la Argentina: ya se encuentran más de cincuenta etiquetas en el mercado.
La antecesora del gin fue la ginebra, ambos destilados comparten sus ingredientes principales, alcohol de cereales y las bayas de enebro. La ginebra era utilizada por los soldados para obtener más coraje en las batallas. A raíz de esto, su popularidad traspasó las fronteras y en Inglaterra replicaron su receta pero agregando más azúcar, así el gin se apoderaría de las calles de Londres y en el 1750 explotaría su consumo. Un siglo más tarde evolucionó en un producto de la revolución industrial y con un perfil más seco, denominado “London Dry Gin”, este es el estilo de las marcas más reconocidas y consumidas mundialmente.
Actualmente, Filipinas es el consumidor de gin número uno en el mundo, seguido por España y Estados Unidos.
En la Argentina, Bruno y Franco Moretti, ingeniero y biólogo respectivamente, crearon su propia etiqueta. Con sus tres variedades Buenos Aires Gin, Caporale Old Gin y un preparado en barril de Gin Tonic, estos hermanos pasaron de una capacidad de producción de como máximo 17 botellas diarias, gracias a su primer alambique de 15 litros, a producir 50 mil litros por mes actualmente.
Recuerdan sus inicios y lo difícil que era conseguir su materia prima, el secreto detrás de cada gin, las bayas de enebro. Estas crecen fundamentalmente en el hemisferio norte, de donde la planta es nativa. Sin embargo, en el sur de nuestro país, lugares como Bariloche o el Bolsón, que replican las mismas características climáticas necesarias, comenzaron a desarrollar su producción. Cuando los Moretti descubrieron eso, se contactaron con gente local y coordinaron para comenzar a obtener de ellos la materia prima, en lugar de importarla.
Luego de tener el enebro se puede comenzar el proceso de producción y destilación del gin. Este se realiza en el alambique que se compone de una olla, una columna de cobre y un infusionador de botánicos. En él, se crea el vapor de alcohol que moja el enebro y se lleva todos los aromas para finalmente pasar al condensador.
Lo que se obtiene de este proceso es un producto que puede ser dividido en tres partes. La cabeza, que se descarta al principio de la mezcla, el corazón, que es efectivamente la parte que se usa para la bebida, y la cola, un restante que también es desechado.
Con cada proceso de destilación, se pierde rendimiento para el productor pero gana calidad el producto. Los gines de Buenos Aires Gin tienen 4 destilaciones, lo que los coloca en el segmento de mercado super premium.
Así, se completan los dos requisitos fundamentales para cualquier productor de gin. Conseguir las bayas de enebro, materia prima fundamental, y un proceso de destilación que asegure la calidad del producto final.